‘Somos el inicio tardío de vuestra conciencia Social"
Marcos Camacho (Marcola) |
La autenticidad de la entrevista ha sido puesta en duda - 2007
La Haine
El hombre invisible y la conciencia oculta de Brasil
Por Ozorio Fonseca
En mayo de este año el diario O Globo de Brasil en su separata Segundo Caderno, publicó una ’Entrevista a Marcola del PCC’. El es Marcos Camacho, jefe de la banda carcelaria de Sao Paulo denominada Primer Comando de la Capital (PCC). La siguiente es la traducción textual del reportaje.- ¿Usted es del PCC?
Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnostico era obvio: Migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía... ¿Qué hicieron? Nada.
¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las fabelas de los cerros o en la música romántica sobre ’la belleza de esas montañas al amanecer’, esas cosas... Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social ¿Vio? Yo soy culto. Leo al Dante en la prisión.
- Pero la solución sería...
¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de ’solución’ ya es un error. ¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una ’tiranía esclarecida’ que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice.
¿O usted cree que los chupasangres no van a actuar? Si se descuida van a robar hasta al PCC. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal del país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta conference calls entre presidiarios...) Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.
- ¿Usted no tiene miedo a morir?
Ustedes son los que tienen miedo a morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva ’especie’, ya somos otros bichos, diferentes a ustedes. La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común. ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja...!
Yo leo mucho; leí 3.000 libros y leo al Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. ¿Ustedes no escuchan las grabaciones hechas ’con autorización’ de la justicia? Es eso. Es otra lengua. Está delante de una especie de post miseria. Eso. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un gran error sucio.
¿Qué cambió en las periferias?
Plata. Nosotros ahora tenemos. ¿Usted cree que quien tiene 40 millones de dólares como Beira Mar no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un escritorio... ¿Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, entiende? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila, es despedido y ’colocado en el microondas’. Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38.
Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en ’super stars’ del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos ’globales’. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros ’clientes’. Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos.
- ¿Pero, qué debemos hacer?
Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a ’los barones del polvo’ (cocaína)! Hay diputados, senadores, hay generales, hay hasta ex presidentes del Paraguay en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata? No tienen dinero ni para comida de los reclutas. El país está quebrado, sustentando un estado muerto con intereses del 20 % al año, y Lula todavía aumenta los gastos públicos, empleando 40 mil sinvergüenzas.
¿El ejército irá a luchar contra el PCC? Estoy leyendo Klausewitz, ’Sobre la Guerra’. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con nosotros... solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensó en eso? ¿Ipanema radiactiva?
Pero... ¿No habrá una solución?
Ustedes sólo pueden llegar a algún éxito si desisten de defender la ’normalidad’. No hay más normalidad. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero ser francos, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida.
Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: ’Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno’.
O Globo / La Haine
Artículo que afirma que la entrevista es falsa:
Tomado de esta web
REPORTAJE APÓCRIFO AL REY DE LOS NARCOS PAULISTAS: Lasciate ogne speranza
A la manera de Orson Wells, el cineasta y periodista brasileño Arnaldo Jabor presentó una ficción como si fuera realidad. Una apócrifa (pero verosímil) entrevista al narcotraficante Marcola atemorizó y desató una polémica: ¿qué capacidad tienen los poderes públicos para suprimir las causas del delito y la violencia?
Eran grandes como osos, y sus babeantes tentáculos no dejaban de moverse. Habían llegado en un enorme objeto flamígero, que quedó estacionado en Grover’s Mill, New Jersey. Desde allí, los conquistadores emprendieron un raid fatal: a su paso, fueron destruyendo puentes, volando ferrocarriles y esparciendo gases venenosos.
La población siguió las alternativas de aquella invasión extraterrena mediante la radio. Pocos advirtieron que se trataba de una adaptación de La Guerra de los Mundos. Capcioso, Orson Welles había convertido la novela de H.G.Wells en flashes “informativos”, con los cuales interrumpía las transmisiones de la CBS.
Ocurrió 68 años atrás, en vísperas de Halloween. Los medios de comunicación -se probó entonces- pueden esfumar los límites entre ficción y realidad.
Un cineasta y periodista brasileño, Arnaldo Jabor, acaba de hacer su propia demostración. En este caso, la radio fue substituida por Internet.
Autor de libros como Sandwiches de Realidade o Invasão das Salchichas Gigantes, Jabor hizo una entrevista apócrifa pero verosímil a Marcos Williams Herbas Camacho, Marcola: el jefe máximo de una temible banda (Primeiro Comando da Capital, PCC), que dirige el narcotráfico y el crimen organizado desde la cárcel de San Pablo.
Aprovechando una leyenda, según la cual Marcola lleva leídos 3.000 libros, Jabot lo hizo elaborar un discurso erudito. Su propósito era mostrar que los poderes públicos, en manos de una dirigencia incompetente o corrupta, han destruido (en Brasil como en otras partes) las bases de la convivencia social.
El supuesto discurso de Marcola es éste:
“Ustedes nunca se ocuparon de la pobreza cuando era fácil resolverla”.
“Nosotros éramos noticia, solamente, cuando había derrumbes en los morros”.
“Ahora nosotros somos ricos gracias a la droga, y ustedes están muertos de miedo”.
“Con 40 millones de dólares, en la cárcel se manda. Con ese dinero, la prisión es un hotel. ¿Qué policía va a destruir esta mina de oro?”.
“Ustedes no pueden venir a matarme en la cárcel. En cambio, yo puedo mandar a matarlos allí afuera”.
“En las favelas hay cien mil hombres-bombas”.
“Ya no existen los proletarios explotados. Ahora hay una masa cultivada en el barro, que se ha educado en el más absoluto analfabetismo y está diplomándose en las cárceles”.
“Es la post-miseria, que genera una cultura asesina, asistida por la nueva tecnología: satélites, celulares, Internet, armas modernas”.
“Es ahora cuando ustedes empiezan a tener conciencia social. Pero ya es tarde”.
“¿No vieron el tamaño de las 560 favelas de Río? ¿No sobrevolaron nunca en helicóptero la periferia de San Pablo?”.
“No tienen solución. Necesitarían muchos miles de millones de dólares, y ni eso alcanzaría, sin un profundo cambio psico-social en la estructura del país. Es imposible”.
“Nosotros éramos noticia, solamente, cuando había derrumbes en los morros”.
“Ahora nosotros somos ricos gracias a la droga, y ustedes están muertos de miedo”.
“Con 40 millones de dólares, en la cárcel se manda. Con ese dinero, la prisión es un hotel. ¿Qué policía va a destruir esta mina de oro?”.
“Ustedes no pueden venir a matarme en la cárcel. En cambio, yo puedo mandar a matarlos allí afuera”.
“En las favelas hay cien mil hombres-bombas”.
“Ya no existen los proletarios explotados. Ahora hay una masa cultivada en el barro, que se ha educado en el más absoluto analfabetismo y está diplomándose en las cárceles”.
“Es la post-miseria, que genera una cultura asesina, asistida por la nueva tecnología: satélites, celulares, Internet, armas modernas”.
“Es ahora cuando ustedes empiezan a tener conciencia social. Pero ya es tarde”.
“¿No vieron el tamaño de las 560 favelas de Río? ¿No sobrevolaron nunca en helicóptero la periferia de San Pablo?”.
“No tienen solución. Necesitarían muchos miles de millones de dólares, y ni eso alcanzaría, sin un profundo cambio psico-social en la estructura del país. Es imposible”.
Desafiante y apocalíptica, la marioneta de Jabor detalla las diferencias entre el establishment y el narcotráfico:
“Nosotros somos una empresa moderna. Si un miembro flaquea, es despedido y puesto en el microondas. Ustedes tienen un Estado en quiebra, dominado por incompetentes.
“Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos y burocráticos.
“Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en territorio ajeno.
“Nosotros no le tememos a la muerte. Ustedes están en pánico.
“Nosotros vamos al ataque. Ustedes están a la defensiva.
“Nosotros somos no tenemos reparos en ser crueles. Ustedes tienen la manía del humanismo.
“Ustedes nos transformaron en super stars del crimen. Nosotros los tenemos a ustedes de payasos.
“A ustedes la gente los odia. A nosotros, sea por miedo o por amor, nos ayuda”.
“Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos y burocráticos.
“Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en territorio ajeno.
“Nosotros no le tememos a la muerte. Ustedes están en pánico.
“Nosotros vamos al ataque. Ustedes están a la defensiva.
“Nosotros somos no tenemos reparos en ser crueles. Ustedes tienen la manía del humanismo.
“Ustedes nos transformaron en super stars del crimen. Nosotros los tenemos a ustedes de payasos.
“A ustedes la gente los odia. A nosotros, sea por miedo o por amor, nos ayuda”.
El falso Marcola evoca La Divina Comedia y, recordando la frase inscripta en el portal del Infierno dantesco ("Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate") alerta a los dueños del poder político: “Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".
La entrevista apócrifa -en portugués y en una magra traducción al castellano-trepó a diversos blogs, fue reproducida a través de incontables cadenas de e-mail y alimentó diversos foros electrónicos.
Muchos se sintieron amenazados por esa “cultura asesina” contra la cual -al parecer— ya nada puede hacerse. Como Orson Wells con sus “noticias” sobre los aliens, Jabor estremeció con su “entrevista” a Marcola.
Hay, sin embargo, diferencias.
Los narcotraficantes son seres reales, no imaginarios.
Al poner ciertas verdades en la boca del capomafia Jabor ayuda a comprender que la marginalidad es un subproducto de la desigualdad social.
Llama la atención, por lo demás, sobre un hecho que a menudo se olvida: algunos problemas que pueden resolverse con relativa facilidad, se tornan insolubles con la acción prolongada.
El diagnóstico del falso Marcola es correcto y su predicción -aunque dramatizada-sirve de alerta.
Es lastimoso que, después de haber hecho tal servicio, Jabor no extraiga las conclusiones acertadas.
El periodista omite toda referencia a las causas últimas de la pobreza.
No sospecha que el orden económico mundial tenga algo que ver.
No advierte que el credo neoliberal -al cual se adhirió años ha- alejó las soluciones posibles.
No distingue entre políticas que reducen la inequidad social y otras que la agravan.
Tampoco entre aquellas que favorecen el desarrollo económico y otras que pueden frenarlo.
Prefiere proclamar la existencia de una “crisis institucional”, provocada por la “incompetência evidente” de los políticos; y hace que Marcola sugiera -como único modo de aliviar la situación-una “tiranía esclarecida”.
Es una manifestación de racismo antipolítico. El mensaje es claro: si la sociedad sigue en manos de esa “raza”, lasciate ogne speranza.
Al poner ciertas verdades en la boca del capomafia Jabor ayuda a comprender que la marginalidad es un subproducto de la desigualdad social.
Llama la atención, por lo demás, sobre un hecho que a menudo se olvida: algunos problemas que pueden resolverse con relativa facilidad, se tornan insolubles con la acción prolongada.
El diagnóstico del falso Marcola es correcto y su predicción -aunque dramatizada-sirve de alerta.
Es lastimoso que, después de haber hecho tal servicio, Jabor no extraiga las conclusiones acertadas.
El periodista omite toda referencia a las causas últimas de la pobreza.
No sospecha que el orden económico mundial tenga algo que ver.
No advierte que el credo neoliberal -al cual se adhirió años ha- alejó las soluciones posibles.
No distingue entre políticas que reducen la inequidad social y otras que la agravan.
Tampoco entre aquellas que favorecen el desarrollo económico y otras que pueden frenarlo.
Prefiere proclamar la existencia de una “crisis institucional”, provocada por la “incompetência evidente” de los políticos; y hace que Marcola sugiera -como único modo de aliviar la situación-una “tiranía esclarecida”.
Es una manifestación de racismo antipolítico. El mensaje es claro: si la sociedad sigue en manos de esa “raza”, lasciate ogne speranza.
Dante, por cierto, coloca a los violentos y a los corruptos en el Infierno; pero también reserva un castigo para los “oportunistas”: aquellos que en vida no hicieron nada, ni para bien ni para mal. Los confina a las riveras del Acheron -río situado en el conurbano infernal— y nos informa que serán eternamente atacados por avispas y gusanos.
Si el averno es aquel que -guiado por Virgilio- Dante exploró el Viernes Santo de 1300, conviene no aceptar el convite a la resignación.
Tampoco es útil, para la vida mundanal, aceptar que ya estamos todos (junto a Marcola) en el infierno.
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¡GRACIAS ALFREDO!
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