Oscar Wilde
Había una vez un hombre a quien todos querían porque contaba
historias muy bonitas. Diariamente salía por la mañana de su aldea y cuando
volvía al atardecer, los trabajadores, cansados de trajinar todo el día, se
agrupaban junto a él y le decían:
—¡Anda, cuéntanos lo que has visto hoy!
Y él contestaba:
—He visto en el bosque a un fauno que tocaba la flauta, y a
su alrededor muchos enanitos con sus gorras de colores, bailando alegremente.
—¿Qué otra cosa viste? —le preguntaban los hombres, que no
se cansaban de escucharlo.
—Cuando llegué a la orilla del mar, ¿a qué no se imaginan lo
que vi?
—No, no podemos imaginar nada. Cuéntanos lo que pasó a
orillas del mar.
—Vi a tres sirenas, ¡sí señores! A tres sirenas que peinaban
sus cabelleras verdes con peines de oro.
Y los hombres lo amaban, porque les contaba hermosas
historias.
Una mañana salió de su aldea como todas las mañanas, pero
cuando llegó a la orilla del mar vio a tres sirenas, que al borde de las olas
peinaban sus cabellos verdes con sus peines de oro. Y cuando llegó al bosque
vio a un fauno que tocaba la flauta, mientras los enanitos bailaban a su
alrededor.
Esa tarde, al volver a su aldea, los trabajadores le dijeron
como de costumbre:
—¡Anda, cuéntanos lo que has visto hoy!
Y él contestó:
—Hoy no he visto nada.
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