MÉDAR SERRATA: Santo Domingo, 1964). Poeta y educador.


Es autor de los poemarios «Las piedras del ábaco» (1986) y «Rapsodia para tontos» (1999). Es miembro de la Generación de los Ochenta. Editó, además la obra «José Mármol: antología poética» (2004).


LAS PIEDRAS DEL ÁBACO
(Fragmento)


¿Y qué fue de aquel hombre que se marchó a Nod
la tierra de nadie
que se marchó al oriente de Edén
con toda su culpa una tarde
que partió cuando el crepúsculo
extendía su azul sediento sobre rocas
y las últimas bestias salían
desafiantes y desnudas a matar?

Porque iban desnudos los primeros hombres
la tarde que vencieron el vértigo azul
en sus embarcaciones rústicas
y sólo azul y vértigo eran sus embarcaciones
ramas de la sangre paleolítica
con la que un hombre
hizo del destino de los hombres
una quijada de burro.

5
Yo anduve despacio entre las cosas
cuando todo tenía nombre y adjetivo
cuando era imposible asumir la palabra
sin poner en juego sus objetos
Yo anduve muy despacio entre las cosas
impregnándoles mi hedor de asceta transitorio
porque cada magnitud tenía su nombre
y yo era dueño de los nombres
de todas las cosas.


RAPSODIA PARA TONTOS


Los círculos concéntricos que produjo la
            inmersión de la escobilla
en el agua
renovaron su antigua obsesión por lo infinito
Un círculo engendraba a otro círculo en un trazo
cuya línea sinuosa continuaría expandiéndose
como las corrientes en las profundidades marinas
La escobilla a su vez intentaba
la siniestra forma del erizo.

Cuando el hombre salió a escena hace un cuarto de
            millón de años
ya el mar estaba allí
y el hombre lo miró maravillado
Restregó con fuerza la mancha amarillenta del
            inodoro
aspiró el acre olor a trementina
pensó en los griegos cantó en voz baja

El círculo y el agua aterraron a los griegos
desde el día en que Narciso
vio su imagen sonreírle desde el temblor del agua
el agua devino entonces en prisión de la imagen que se
            contempla
a sí misma
falsa transparencia en la que aspira regresar al origen
intacta como en la suprema perfección del círculo
reconocerse al fin y destruirse

Volvió a ver el mar por vez primera al ver su
            fundamento
se arrojó hacia el cielo desde las altas olas del
            crepúsculo marino
y en la arena tibia abandonó la huella de su pie
            transfigurado
—hondo vuelo sí
hacia otros mares
hacia otros vientres dónde reposar sus cabellos en
            desorden
y dónde penetrar la misteriosa geometría de los
            mundos
el orden de los seres y los signos

Si Parménides estuvo en lo cierto
y la unidad participa de lo múltiple
si lo uno y lo múltiple son en fin lo mismo
entonces ciertamente uno es igual a dos
y mi risa es doble y mi locura doble
y mi alma en este instante está rozando lo infinito

Pero los círculos se desvanecieron y el agua
            quedó tranquila
en el fondo
Era tiempo de limpiar los urinarios
de vaciar sus vientres casi perfectos llenos de
            chicles y colillas
de abandonar el canto por un momento para
            encender un cigarro
y sostenido sólo por la cuerda de su respiración
seguir después cantando sin separar los labios

Porque la respiración tira del canto suavemente con
            firmeza
y el canto se desliza
traza arcos inaudibles
gira y retrocede en su desliz vertiginoso
carente de palabras y de engaños

Así solían cantar los griegos en sus largas horas de
            ocio
hasta que surgió el silogismo
la causa y el efecto la medida
¿No está ya el canto llamándonos hacia su ámbito
            oscuro desde entonces
y como nuestros sueños más caros cayendo
vertiginosamente en el ancho dominio de lo
            desconocido?

Uno y dos son lo mismo y es un hecho terrible
que nuestros banqueros no puedan
            comprenderlo
el mundo estaría más tranquilo
llamaríamos a sus puertas sin temor
            argumentando
«diez es igual a diez mil
diez es todo lo que me queda
Aquí los tienes No te debo»

Pero nuestros banqueros no entienden de filosofías
su aritmética es infame
y en eso se asemejan a los urinarios

Detén extranjero tus pasos para que admires la obra
de nuestros banqueros y nuestros urinarios
Une tu voz al coro de alabanzas a todo lo que ríe
porque ha caído
y desconoce el tormento de las profundidades
Y está lleno de razones
Y de colillas.





Comentarios