Una mano sangrante
se me funde en el pecho.
La perfección del pétalo
tiene este charco de sangre.
Una boca muere gozosa y poseída,
mendigando perderse en un flujo
de saliva pura.
El agonizante beso, destilado y solo,
rueda en mí con la pesadez de la roca.
No habrá happy face esta noche
porque el dolor es una mueca
y la muerte se ha desvelado,
la vi pasar con los ojos abiertos.
Encenderé las velas
con el fuego que prestará mi lengua
y serviré el café extraído
de los ojos que uso para mirarte
cuando no te veo.
Dentro de poco
también me desangraré de alma
y mi boca será tan pálida
como una orquídea
que sugiere sexo.
©Farah Hallal
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