Marcallé: muchos escritores que encajan en el concepto de “consagrados” ya no se leen y han sido olvidados LOS ESCRITORES DOMINICANOS NUNCA HAN ESTADO EN CONDICIONES DE COMPETIR CON SUS IGUALES DEL EXTRANJERO
Por Néstor Medrano
Roberto Marcallé, recientemente laureado con el Premio Nacional de Literatura que conceden la Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura, desnuda en esta entrevista, algunas ideas ya matizadas en sus obras, que no dejan de ser una provocación crítica sin salir del tono y de la humildad que ya le conocemos.
Para él solo el tiempo decide la consagración o el olvido de un escritor. Cree que el escritor dominicano necesita tomar la iniciativa y dar los pasos que lo orienten a confrontar el estado de pobreza, de angustia y de postración en el que, dice, se encuentra.
Roberto, el Premio Nacional de Literatura que auspicia la Fundación Corripio, con el apoyo del Ministerio de Cultura, en lo que constituye el más importante galardón a la trayectoria de un autor dominicano, llega a tu vida en un momento en el cual la Literatura parece estancada, ¿qué opinas?
RMA. En tu pregunta se incluyen dos aspectos que, a mi juicio, es preciso dilucidar como temas separados. Afirmas de manera un tanto categórica que la literatura parece encontrarse estancada. ¿Te refieres a la literatura que hacemos o la Literatura en sentido universal? Una afirmación de esa naturaleza obliga a preguntar las razones de tu apreciación. En relación a lo que dices del Premio Nacional de Literatura considero que puedes obtener un premio literario en un determinado momento sin que importen las circunstancias en las que se encuentre el quehacer literario, local o universal. El Premio Nacional de Literatura posee una concepción al margen del momento o las circunstancias. Es un galardón que se otorga por una obra realizada durante toda una vida, lo que significa que trasciende lo inmediato, cuanto ocurrió hace un año o dos años o tres o lo que esté ocurriendo en estos momentos. Ahora, si me preguntas cuál es la situación de mi trabajo literario, conoces muy bien la respuesta. Nunca he dejado de trabajar ni de publicar. Tengo entre mis planes la publicación de cuatro obras este año, dos novelas extensas y dos libros de historias. Hablo de historias, es decir, cuentos o relatos, no de Historia como algún periodista ha interpretado. Aspiro publicar de nuevo algunas de las novelas que escribí años atrás, porque es mi deseo que muchas personas que no las conocen puedan leerlas. Como puedes ver, sigo trabajando sin cesar. Y si Dios y la naturaleza me lo permiten, continuaré en la labor como hasta ahora.
¿Ese galardón te consagra como novelista, cuentista, ensayista
o ya eras un consagrado?
RMA. Con frecuencia me rehúso a utilizar ciertos calificativos. Es preciso ser lo debidamente justo y ubicarse en el ámbito que en realidad te corresponde. Cuando hablamos de consagración, es preciso guardar las distancias. Shakespeare es un consagrado. Lo es Cervantes, Marcel Proust, Faulkner, Pedro Henríquez Ureña, Freddy Gatón Arce, Franklin Mieses Burgos, Juan Bosch, García Márquez, Jorge Luis Borges. Por eso, cuando me cuestionas si me considero un “consagrado” debo responderte que yo sería un arrogante, un altanero y un vanidoso si respondiera de manera afirmativa. Creo que es el tiempo el que dicta quién es un consagrado y quién no. Muchos escritores que encajan en el concepto de “consagrados” ya no se leen y han sido olvidados. Muchos premios Nobel son desconocidos y la gente no los recuerda ni los lee. Hace poco adquirí los libros de Patrick Modiano, el último de esos premios, y noté con sorpresa que varios de ellos son “segundas ediciones”, es decir, que sus libros se habían publicado una sola vez. Sus novelas no son aceptadas entre algunos integrantes de los ambientes literarios europeos porque su tratamiento del tema de la nostalgia, a juicio de ellos, carece de intensidad vivencial. Muchos premios Pulitzer ya no son recordados. Escritores que fueron aclamados en su momento, poco a poco son arropados por la niebla inclemente del olvido. Te sugiero revisar el concepto en Harold Bloom, el crítico literario de mayor reconocimiento universal y su libro “Genios”. Si lo deseas, revisa el texto de Anderson Imbert sobre escritores latinoamericanos. Allí encontrarás miles de autores que ya nadie recuerda o que nadie conoce. Entonces, es preciso comprender que el concepto de consagración puede ser muy relativo. Creo que si un escritor obtiene un Premio como el Nacional de Literatura ha dado un paso enorme. Se trata de un antes y un después en su trayectoria. ¿Cómo he reaccionado al recibirlo? Como un motivo de profunda reflexión. Siempre he creído en mejorar cuanto se ha hecho y ahora ese compromiso se multiplica. Esa actitud ya existía en mí, pero pertenecer a un grupo tan selecto de escritores te obliga a esforzarte doblemente. Por eso, utilizo el ejemplo de James Joyce quien decidió publicar dos versiones del “Retrato del artista adolescente”. Sí, el verdadero maestro de la consagración es el tiempo. Si afirmara que soy “un consagrado” actuaría de forma contraria a como soy y a como me siento. No me agrada la arrogancia, la altanería, la vanagloria. Recibir el Premio Nacional de Literatura significa que debes continuar trabajando, que reiteras tu firme concepto del deber y responsabilidad para con las letras, para con el oficio. Somos seres humanos y estamos sujetos tanto a una eventual “consagración” como al olvido, nunca se sabe.
¿Qué opinas del desdén que se muestra desde muchos ámbitos hacia los autores dominicanos y las preferencias de autores del exterior sobre nuestros escritores, es cierto que esto se debe a que tienen una mayor calidad o que se trata de una realidad impuesta por las propias deficiencias sistémicas del país?
RMA. Los escritores dominicanos nunca han estado en condiciones de competir con sus iguales del extranjero y son muchas las razones. Somos un puñado y ellos son una multitud. Como en todas partes, el público es susceptible a la promoción y a las maniobras del mercado. Y cree en las declaraciones de personas reconocidas. No puede equipararse lo que invierten las editoras en la promoción a nivel universal de su “cuerpo de escritores”, de los cuales los dominicanos no formamos parte, si se le compara con lo que se invierte en nuestros autores que en muchos casos es nada. Las ediciones que esas casas editoras hacen de los nuestros no parecen trascender al exterior. En tanto esto ocurre, los denominados “cuerpos de escritores” foráneos siempre ganan los concursos literarios de dichas editoras y reciben honorarios muy elevados por sus libros. Esos escritores extranjeros tienen asegurado el respaldo de equipos de marketing, de consejeros, de correctores, de investigadores que los asisten de manera incansable. Libros y autores son conocidos a través de comentarios y críticas de personalidades de prestigio en el mundo del arte y la literatura. Esos escritos se publican en los medios de comunicación y cadenas de noticias internacionales. Incluso en las “consultas” que hacen las agencias de prensa con las principales librerías del Continente, de España, del mercado hispano de Estados Unidos esos autores y sus libros siempre figuran como “los más vendidos”, los más difundidos y los más leídos. Y eso en nada quiere decir que sus obras sean las mejores. Te voy a citar un caso extremo: ¿qué autor dominicano ha recibido una promoción tan agresiva y millonaria como la que se ha hecho con las “Sombras de Grey” o con “La verdad sobre el caso de Henry Quebert”, o “Inferno” por ejemplo? Los escritores afiliados a esas editoras universales, tan pronto ganan un premio, hacen un recorrido internacional para promocionar sus textos. No sé de ningún escritor dominicano que haya tenido esa suerte o que haya recibido un pago sustancial por uno de sus libros. En cuanto al desdén con el que se trata a muchos autores dominicanos del que hablas, creo que deberíamos tocar lo que se denomina “el factor cultural”. Nuestra condición de isla, de “aislamiento”, nos ha afectado mucho. Es una realidad con la que es muy dificultoso lidiar, pero que posee asientos culturales muy sólidos y sus resultados pueden resultar nefastos.
¿Qué escritor dominicano te representa?
RMA. No entiendo la pregunta. Si me cuestionas cómo se inserta mi literatura en la literatura nacional te diré que en el contexto de los escritores que han hecho de la realidad social, con todos sus traumas e indefiniciones, el ámbito de su trabajo. Ese contexto donde se dirimen los dramas de los seres humanos y se producen los graves conflictos que nos definen. En nuestra confrontación con los valores y los antivalores predominantes. En nuestra actitud ante el poder y sus deleznables maniobras y manipulaciones. En el estudio de la realidad que acosa a nuestras mayorías. Hablo de Galván, de Marrero, de Cestero, de Bosch, de Corpito Pérez Cabral, de Moscoso Puello entre otros.
¿Han sido responsables los intelectuales dominicanos con su realidad, sus valores o traidores como denuncia Manuel Núñez en su libro El Ocaso de la Nación Dominicana, al minimizar las luchas patrióticas de la Independencia y la Restauración ante las tropas haitianas?
RMA. Es un viejo problema que se inició con el concepto de “internacionalismo proletario” de intelectuales de izquierda y posteriormente en las aulas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Es lo que el intelectual Alex Ferreras denomina como ejercicio de liquidación de la historia nacional. El debate que se fundamenta en lo que ciertos estudiosos llaman desdeñosamente “historiografía tradicional” en contraste con la denominada “historiografía científica”. Yo lo trato en mi novela “No verán mis ojos esta horrible ciudad”. Objetivamente, existe un debate mayor: entre los que son partidarios de los valores patrios tradicionales y de aquellos, muy bien calificados por el patricio Juan Pablo Duarte para los cuales dichos valores ya no se corresponden con realidades presentes. Es lo que plantean aunque sus motivaciones e intereses sean otros. Me inscribo entre los primeros. Y creo que la mayoría del pueblo dominicano y sus sectores pensantes también.
¿Para Roberto Marcallé Abreu, constructor de una sólida obra literaria que ha logrado entretejer una atmósfera cruda de la realidad marginada de los barrios, los suburbios urbanos, la pobreza y la delincuencia apabullante en sus mil formas, qué se debe hacer para construir un mejor presente nacional?
RMA. Como escritor considero que una respuesta válida sería la de elaborar ficciones en las que determinadas manifestaciones de la realidad se presenten desde puntos de vista inéditos. Intuir realidades más profundas que esas versiones que carecen de hondura y que, con mucha frecuencia, son producto de distorsiones. Creo en el escritor visionario y sapiencial y en esa condición sus percepciones deben alcanzar niveles que superen lo común y lo aparente, que accedan a alturas superiores en su originalidad, en su creatividad, en su trascendencia. Tropiezas en mis libros con personajes que van descubriendo y revelando verdades fundamentales gracias a sus propias vivencias y amarguras. Esos personajes puede que tomen partido o no en las confrontaciones que les toca vivir. Puede que logren cuanto se proponen o que sencillamente fracasen. Su tarea es ir elaborando expectativas, alternativas, coyunturas, en las que ellos y el lector alcanzan a visualizar la razones que ensombrecen sus vidas, que ensombrecen la verdad y, si lo quieres, cuanto atenta contra la integridad del ser humano y su derecho a una existencia menos precaria y tormentosa. En la trilogía del señor Pemberton el tema esencial es una provocación. Se trata de un ejercicio literario sobre la libre determinación de la gente, la toma de decisión que se fundamenta en percepciones propias e inducidas, el hacer conciencia de las propias capacidades, el esfuerzo por transformar los retorcimientos que transforman en una iniquidad la existencia. Creo en esa premisa, en la toma de conciencia como un gran primer paso para subvertir realidades que resultan intolerables.
¿Qué opinas de la situación actual de los escritores dominicanos? ¿Quién es escritor, el que escribe o el que publica?
RMA. Creo que el escritor dominicano necesita tomar la iniciativa y dar los pasos que lo orienten a confrontar el estado de pobreza, de angustia y de postración en el que se encuentra. Nuestra realidad es singularmente penosa. Es imperativo encaminar planes y cuyas propuestas sean razonables. ¿Es un secreto que escritores que dedicaron su vida al oficio llegan a la ancianidad y a la vejez completamente desprotegidos? Ese futuro nos acecha a todos. Es preciso estimular la creación de un mercado de lectores y debemos afrontar esa tarea tanto a nivel interno como externo. Es preciso lograr un sólido respaldo financiero para que los escritores jóvenes y los ya reconocidos puedan publicar sus libros sin tantos sacrificios. Estas ideas tienen que ver con la integración de varias instituciones. Tienen que ver con la necesidad de crear equipos de orientación, de corrección, de promoción. Hablamos de un personal con un nivel de especialización que realice contactos tanto dentro como fuera del país. Debemos estimular el nacimiento y desarrollo de programas de radio y televisión sobre arte y literatura e insistir en la necesidad de que existan publicaciones regulares tanto en los medios ya establecidos como en otros nuevos. Necesitamos revistas y periódicos también regulares donde se publiquen y promuevan obras tradicionales y obras recientes. Estas son solo ideas. Si nos unimos en torno a ellas y a muchas otras es probable que se obtengan algunos logros.
En relación a tu otra pregunta, creo que el escritor es escritor, publique o no publique. Publicar es una meta, pero es también una eventualidad. Ser escritor es una condición íntima, real, determinante. Es, sencillamente, lo que eres. Y eso no tiene que ver con ninguna otra situación o condición. Sin que cuente lo importante que nos parezca. Recuerda cuando Moisés le pregunta a Yaveth que quien es Él. Y Yaveth responde: soy el que soy. Esta respuesta lo expresa todo.
https://nestormedrano.wordpress.com/2015/03/07/marcalle-muchos-escritores-que-encajan-en-el-concepto-de-consagrados-ya-no-se-leen-y-han-sido-olvidados/
Ficha del Premio Nacional de Literatura 2015
Roberto Marcallé Abreu acaba de obtener el Premio Nacional de Literatura correspondiente al 2015. El escritor se inició publicando cuentos y poesías en la década del setenta y participando en los concursos literarios auspiciados por el Movimiento Cultural Universitario, La Máscara y el grupo El Puño. Fue en el 1972 cuando vio la luz su primer libro de lo que él llama historias, titulado “Las dos muertes de José Inirio”. Desde entonces ha escrito de manera constante cuentos, novelas y ensayos obteniendo tres veces el Premio Novela de la secretaría de Educación y el Ministerio de Cultura, así como de la Universidad Central del Este.
Marcallé nació un 30 de marzo en Santo Domingo y hasta el momento ha publicado más de veinte títulos. La novela, que es el género menos frecuente en las letras nacionales, ocupa un lugar importante en su producción. Para este 2015 ha anunciado la publicación de cuatro nuevas obras.
Roberto Marcallé, recientemente laureado con el Premio Nacional de Literatura que conceden la Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura, desnuda en esta entrevista, algunas ideas ya matizadas en sus obras, que no dejan de ser una provocación crítica sin salir del tono y de la humildad que ya le conocemos.
Para él solo el tiempo decide la consagración o el olvido de un escritor. Cree que el escritor dominicano necesita tomar la iniciativa y dar los pasos que lo orienten a confrontar el estado de pobreza, de angustia y de postración en el que, dice, se encuentra.
Roberto, el Premio Nacional de Literatura que auspicia la Fundación Corripio, con el apoyo del Ministerio de Cultura, en lo que constituye el más importante galardón a la trayectoria de un autor dominicano, llega a tu vida en un momento en el cual la Literatura parece estancada, ¿qué opinas?
RMA. En tu pregunta se incluyen dos aspectos que, a mi juicio, es preciso dilucidar como temas separados. Afirmas de manera un tanto categórica que la literatura parece encontrarse estancada. ¿Te refieres a la literatura que hacemos o la Literatura en sentido universal? Una afirmación de esa naturaleza obliga a preguntar las razones de tu apreciación. En relación a lo que dices del Premio Nacional de Literatura considero que puedes obtener un premio literario en un determinado momento sin que importen las circunstancias en las que se encuentre el quehacer literario, local o universal. El Premio Nacional de Literatura posee una concepción al margen del momento o las circunstancias. Es un galardón que se otorga por una obra realizada durante toda una vida, lo que significa que trasciende lo inmediato, cuanto ocurrió hace un año o dos años o tres o lo que esté ocurriendo en estos momentos. Ahora, si me preguntas cuál es la situación de mi trabajo literario, conoces muy bien la respuesta. Nunca he dejado de trabajar ni de publicar. Tengo entre mis planes la publicación de cuatro obras este año, dos novelas extensas y dos libros de historias. Hablo de historias, es decir, cuentos o relatos, no de Historia como algún periodista ha interpretado. Aspiro publicar de nuevo algunas de las novelas que escribí años atrás, porque es mi deseo que muchas personas que no las conocen puedan leerlas. Como puedes ver, sigo trabajando sin cesar. Y si Dios y la naturaleza me lo permiten, continuaré en la labor como hasta ahora.
¿Ese galardón te consagra como novelista, cuentista, ensayista
o ya eras un consagrado?
RMA. Con frecuencia me rehúso a utilizar ciertos calificativos. Es preciso ser lo debidamente justo y ubicarse en el ámbito que en realidad te corresponde. Cuando hablamos de consagración, es preciso guardar las distancias. Shakespeare es un consagrado. Lo es Cervantes, Marcel Proust, Faulkner, Pedro Henríquez Ureña, Freddy Gatón Arce, Franklin Mieses Burgos, Juan Bosch, García Márquez, Jorge Luis Borges. Por eso, cuando me cuestionas si me considero un “consagrado” debo responderte que yo sería un arrogante, un altanero y un vanidoso si respondiera de manera afirmativa. Creo que es el tiempo el que dicta quién es un consagrado y quién no. Muchos escritores que encajan en el concepto de “consagrados” ya no se leen y han sido olvidados. Muchos premios Nobel son desconocidos y la gente no los recuerda ni los lee. Hace poco adquirí los libros de Patrick Modiano, el último de esos premios, y noté con sorpresa que varios de ellos son “segundas ediciones”, es decir, que sus libros se habían publicado una sola vez. Sus novelas no son aceptadas entre algunos integrantes de los ambientes literarios europeos porque su tratamiento del tema de la nostalgia, a juicio de ellos, carece de intensidad vivencial. Muchos premios Pulitzer ya no son recordados. Escritores que fueron aclamados en su momento, poco a poco son arropados por la niebla inclemente del olvido. Te sugiero revisar el concepto en Harold Bloom, el crítico literario de mayor reconocimiento universal y su libro “Genios”. Si lo deseas, revisa el texto de Anderson Imbert sobre escritores latinoamericanos. Allí encontrarás miles de autores que ya nadie recuerda o que nadie conoce. Entonces, es preciso comprender que el concepto de consagración puede ser muy relativo. Creo que si un escritor obtiene un Premio como el Nacional de Literatura ha dado un paso enorme. Se trata de un antes y un después en su trayectoria. ¿Cómo he reaccionado al recibirlo? Como un motivo de profunda reflexión. Siempre he creído en mejorar cuanto se ha hecho y ahora ese compromiso se multiplica. Esa actitud ya existía en mí, pero pertenecer a un grupo tan selecto de escritores te obliga a esforzarte doblemente. Por eso, utilizo el ejemplo de James Joyce quien decidió publicar dos versiones del “Retrato del artista adolescente”. Sí, el verdadero maestro de la consagración es el tiempo. Si afirmara que soy “un consagrado” actuaría de forma contraria a como soy y a como me siento. No me agrada la arrogancia, la altanería, la vanagloria. Recibir el Premio Nacional de Literatura significa que debes continuar trabajando, que reiteras tu firme concepto del deber y responsabilidad para con las letras, para con el oficio. Somos seres humanos y estamos sujetos tanto a una eventual “consagración” como al olvido, nunca se sabe.
¿Qué opinas del desdén que se muestra desde muchos ámbitos hacia los autores dominicanos y las preferencias de autores del exterior sobre nuestros escritores, es cierto que esto se debe a que tienen una mayor calidad o que se trata de una realidad impuesta por las propias deficiencias sistémicas del país?
RMA. Los escritores dominicanos nunca han estado en condiciones de competir con sus iguales del extranjero y son muchas las razones. Somos un puñado y ellos son una multitud. Como en todas partes, el público es susceptible a la promoción y a las maniobras del mercado. Y cree en las declaraciones de personas reconocidas. No puede equipararse lo que invierten las editoras en la promoción a nivel universal de su “cuerpo de escritores”, de los cuales los dominicanos no formamos parte, si se le compara con lo que se invierte en nuestros autores que en muchos casos es nada. Las ediciones que esas casas editoras hacen de los nuestros no parecen trascender al exterior. En tanto esto ocurre, los denominados “cuerpos de escritores” foráneos siempre ganan los concursos literarios de dichas editoras y reciben honorarios muy elevados por sus libros. Esos escritores extranjeros tienen asegurado el respaldo de equipos de marketing, de consejeros, de correctores, de investigadores que los asisten de manera incansable. Libros y autores son conocidos a través de comentarios y críticas de personalidades de prestigio en el mundo del arte y la literatura. Esos escritos se publican en los medios de comunicación y cadenas de noticias internacionales. Incluso en las “consultas” que hacen las agencias de prensa con las principales librerías del Continente, de España, del mercado hispano de Estados Unidos esos autores y sus libros siempre figuran como “los más vendidos”, los más difundidos y los más leídos. Y eso en nada quiere decir que sus obras sean las mejores. Te voy a citar un caso extremo: ¿qué autor dominicano ha recibido una promoción tan agresiva y millonaria como la que se ha hecho con las “Sombras de Grey” o con “La verdad sobre el caso de Henry Quebert”, o “Inferno” por ejemplo? Los escritores afiliados a esas editoras universales, tan pronto ganan un premio, hacen un recorrido internacional para promocionar sus textos. No sé de ningún escritor dominicano que haya tenido esa suerte o que haya recibido un pago sustancial por uno de sus libros. En cuanto al desdén con el que se trata a muchos autores dominicanos del que hablas, creo que deberíamos tocar lo que se denomina “el factor cultural”. Nuestra condición de isla, de “aislamiento”, nos ha afectado mucho. Es una realidad con la que es muy dificultoso lidiar, pero que posee asientos culturales muy sólidos y sus resultados pueden resultar nefastos.
¿Qué escritor dominicano te representa?
RMA. No entiendo la pregunta. Si me cuestionas cómo se inserta mi literatura en la literatura nacional te diré que en el contexto de los escritores que han hecho de la realidad social, con todos sus traumas e indefiniciones, el ámbito de su trabajo. Ese contexto donde se dirimen los dramas de los seres humanos y se producen los graves conflictos que nos definen. En nuestra confrontación con los valores y los antivalores predominantes. En nuestra actitud ante el poder y sus deleznables maniobras y manipulaciones. En el estudio de la realidad que acosa a nuestras mayorías. Hablo de Galván, de Marrero, de Cestero, de Bosch, de Corpito Pérez Cabral, de Moscoso Puello entre otros.
¿Han sido responsables los intelectuales dominicanos con su realidad, sus valores o traidores como denuncia Manuel Núñez en su libro El Ocaso de la Nación Dominicana, al minimizar las luchas patrióticas de la Independencia y la Restauración ante las tropas haitianas?
RMA. Es un viejo problema que se inició con el concepto de “internacionalismo proletario” de intelectuales de izquierda y posteriormente en las aulas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Es lo que el intelectual Alex Ferreras denomina como ejercicio de liquidación de la historia nacional. El debate que se fundamenta en lo que ciertos estudiosos llaman desdeñosamente “historiografía tradicional” en contraste con la denominada “historiografía científica”. Yo lo trato en mi novela “No verán mis ojos esta horrible ciudad”. Objetivamente, existe un debate mayor: entre los que son partidarios de los valores patrios tradicionales y de aquellos, muy bien calificados por el patricio Juan Pablo Duarte para los cuales dichos valores ya no se corresponden con realidades presentes. Es lo que plantean aunque sus motivaciones e intereses sean otros. Me inscribo entre los primeros. Y creo que la mayoría del pueblo dominicano y sus sectores pensantes también.
¿Para Roberto Marcallé Abreu, constructor de una sólida obra literaria que ha logrado entretejer una atmósfera cruda de la realidad marginada de los barrios, los suburbios urbanos, la pobreza y la delincuencia apabullante en sus mil formas, qué se debe hacer para construir un mejor presente nacional?
RMA. Como escritor considero que una respuesta válida sería la de elaborar ficciones en las que determinadas manifestaciones de la realidad se presenten desde puntos de vista inéditos. Intuir realidades más profundas que esas versiones que carecen de hondura y que, con mucha frecuencia, son producto de distorsiones. Creo en el escritor visionario y sapiencial y en esa condición sus percepciones deben alcanzar niveles que superen lo común y lo aparente, que accedan a alturas superiores en su originalidad, en su creatividad, en su trascendencia. Tropiezas en mis libros con personajes que van descubriendo y revelando verdades fundamentales gracias a sus propias vivencias y amarguras. Esos personajes puede que tomen partido o no en las confrontaciones que les toca vivir. Puede que logren cuanto se proponen o que sencillamente fracasen. Su tarea es ir elaborando expectativas, alternativas, coyunturas, en las que ellos y el lector alcanzan a visualizar la razones que ensombrecen sus vidas, que ensombrecen la verdad y, si lo quieres, cuanto atenta contra la integridad del ser humano y su derecho a una existencia menos precaria y tormentosa. En la trilogía del señor Pemberton el tema esencial es una provocación. Se trata de un ejercicio literario sobre la libre determinación de la gente, la toma de decisión que se fundamenta en percepciones propias e inducidas, el hacer conciencia de las propias capacidades, el esfuerzo por transformar los retorcimientos que transforman en una iniquidad la existencia. Creo en esa premisa, en la toma de conciencia como un gran primer paso para subvertir realidades que resultan intolerables.
¿Qué opinas de la situación actual de los escritores dominicanos? ¿Quién es escritor, el que escribe o el que publica?
RMA. Creo que el escritor dominicano necesita tomar la iniciativa y dar los pasos que lo orienten a confrontar el estado de pobreza, de angustia y de postración en el que se encuentra. Nuestra realidad es singularmente penosa. Es imperativo encaminar planes y cuyas propuestas sean razonables. ¿Es un secreto que escritores que dedicaron su vida al oficio llegan a la ancianidad y a la vejez completamente desprotegidos? Ese futuro nos acecha a todos. Es preciso estimular la creación de un mercado de lectores y debemos afrontar esa tarea tanto a nivel interno como externo. Es preciso lograr un sólido respaldo financiero para que los escritores jóvenes y los ya reconocidos puedan publicar sus libros sin tantos sacrificios. Estas ideas tienen que ver con la integración de varias instituciones. Tienen que ver con la necesidad de crear equipos de orientación, de corrección, de promoción. Hablamos de un personal con un nivel de especialización que realice contactos tanto dentro como fuera del país. Debemos estimular el nacimiento y desarrollo de programas de radio y televisión sobre arte y literatura e insistir en la necesidad de que existan publicaciones regulares tanto en los medios ya establecidos como en otros nuevos. Necesitamos revistas y periódicos también regulares donde se publiquen y promuevan obras tradicionales y obras recientes. Estas son solo ideas. Si nos unimos en torno a ellas y a muchas otras es probable que se obtengan algunos logros.
En relación a tu otra pregunta, creo que el escritor es escritor, publique o no publique. Publicar es una meta, pero es también una eventualidad. Ser escritor es una condición íntima, real, determinante. Es, sencillamente, lo que eres. Y eso no tiene que ver con ninguna otra situación o condición. Sin que cuente lo importante que nos parezca. Recuerda cuando Moisés le pregunta a Yaveth que quien es Él. Y Yaveth responde: soy el que soy. Esta respuesta lo expresa todo.
https://nestormedrano.wordpress.com/2015/03/07/marcalle-muchos-escritores-que-encajan-en-el-concepto-de-consagrados-ya-no-se-leen-y-han-sido-olvidados/
Ficha del Premio Nacional de Literatura 2015
Roberto Marcallé Abreu acaba de obtener el Premio Nacional de Literatura correspondiente al 2015. El escritor se inició publicando cuentos y poesías en la década del setenta y participando en los concursos literarios auspiciados por el Movimiento Cultural Universitario, La Máscara y el grupo El Puño. Fue en el 1972 cuando vio la luz su primer libro de lo que él llama historias, titulado “Las dos muertes de José Inirio”. Desde entonces ha escrito de manera constante cuentos, novelas y ensayos obteniendo tres veces el Premio Novela de la secretaría de Educación y el Ministerio de Cultura, así como de la Universidad Central del Este.
Marcallé nació un 30 de marzo en Santo Domingo y hasta el momento ha publicado más de veinte títulos. La novela, que es el género menos frecuente en las letras nacionales, ocupa un lugar importante en su producción. Para este 2015 ha anunciado la publicación de cuatro nuevas obras.
Comentarios
Publicar un comentario