El largo proceso de la independencia nacional

Por  Dantes Ortiz Núñez

Primera parte

El acontecimiento histórico de la fundación de la República Dominicana alcanzó el 27 de febrero de 1844 su cresta más elevada, sin embargo, en modo alguno la dominicanidad nació en esa fecha, pues la proclama del nacimiento y todos los actos jurídicos, diplomáticos e institucionales que le siguieron fueron el fruto de un largo proceso histórico de acumulación de factores antropológicos (étnicos, culturales y políticos) que pernearon la época colonial desde el siglo XVI hasta la  victoria de los trinitarios.

Lo primero fue la constitución del colectivo nacional como expresión de las relaciones interétnicas que se gestaron bajo el régimen esclavista basada en la trata negrera y la explotación en las plantaciones azucareras. Cuando la industria del azúcar entró en crisis y desapareció, surgió el contrabando de pieles de reses como actividad económico-comercial principal, y esa transformación material supuso un acercamiento de los distintos grupos sociales y raciales para ir a los montes a cazar reses. Siguió existiendo la esclavitud pero perdió su carácter intensivo e hizo posible que  blancos y negros tuviesen mayores niveles de intercambios socio-culturales y afectivos.

De esos acercamientos surgió la mulatería, que da cuenta de las uniones raciales, productivas y de supervivencias que hicieron factibles el surgimiento del pueblo dominicano, hecho que se expresa en el carácter sincrético de la mayoría de nuestras manifestaciones culturales: ritos, bailes, arte culinario, poesía, décimas, cuentos populares, culto a los muertos, medicina popular, santería, etc.

El predominio del elemento mulato al interior del colectivo dominicano fue resultado del mismo proceso que permitió la gestación de una cultura nacional diferenciada de las culturas europeas y africanas de donde procedían los españoles y las distintas etnias negras que se fusionaron entre los siglos XVI, XVII y XVIII.


Al tiempo que se daba la constitución del colectivo nacional se gestaba el proceso de autorreconocimiento que abarcó más de doscientos años desde que surgió el nombre de “dominicano” en la Rebelión del Valle de Guaba en 1604 como respuesta popular a las pretensiones de las autoridades coloniales de devastar las villas de la Banda Norte por donde se efectuaba el contrabando como actividad de estrategia de supervivencia frente a la crisis de abastecimiento del imperio español. Aunque el gentilicio no fue asumido por todos, fue ganando espacio hasta hacerse genérico a finales del siglo XVIII y llegó a ser emblemático a principios del siglo XIX, especialmente entre 1795 y 1809.

El carácter y la identidad nacionales se formaron frente a múltiples vicisitudes: invasiones extranjeras, pobreza generalizada del país, militarización de la vida social, temblores de tierras, ciclones, tsunami, crisis productiva y comercial, desarticulación del aparato productivo y, sobre todo, resistencia popular expresada en las cimarronadas y  luchas anticolonialistas frente a las pretensiones francesas e inglesas en los siglos XVII, XVIII y  XIX de apoderarse de nuestro territorio, de donde resulta que somos el pueblo que más ha luchado por su supervivencia como nación frente a los poderes imperiales. La derrota que infringimos al imperio británico en 1665 es una de nuestras glorias épicas mayores, y, más de cien años de resistencia a la penetración de nuestro territorio por el imperio francés nos templaron en la defensa del territorio frente a enemigos blancos.

Como parte de los conflictos inter burgueses en Europa y dado que los radicales jacobinos guillotinaron a Luis XVI, el rey más poderoso y mejor relacionado política y familiarmente durante la Revolución Francesa, Francia se enfrascó en guerra contra Europa de lo cual España resultó invadida dos veces.  La primera vez el ministro Godoy, negoció la Paz que culminó con la firma del segundo Tratado de Basilea en 1795.  De ese tratado nuestro territorio fue cedido a Francia sin ningún tipo de consulta al pueblo de Santo Domingo, que reaccionó emigrando a Cuba, Puerto Rico y Venezuela.


Los acontecimientos políticos en la colonia francesa de Saint Domingue habían colocado a Toussaint como líder del proceso emancipador de los esclavos y como tal, sabiéndose ciudadano francés ocupo la parte Este en 1801, desatando un cruento enfrentamiento entre los habitantes de ambas partes.

Contra Toussaint organizó Napoleón una formidable expedición militar en 1802 capitaneada por Víctor Enmanuel Leclerc, quien atracó en Samaná, Monte Cristi y Ciudad del Cabo, para luego ocupar toda la geografía y someter a ambos pueblos. De los enfrentamientos de los ex esclavos contra los franceses saldría la República de Haití en 1804 y la parte Este paso a ser gobernada por los franceses hasta 1808, cuando el Brigadier Juan Sánchez Ramírez derrotó lo que había quedado del ejército francés en la célebre epopeya de Palo Hincado.

En los primeros veinte años del Siglo XIX, comenzó a expresarse políticamente la conciencia nacional en medio de la dilatada crisis del régimen colonial español. Para 1808 la resistencia nacional anti-francesa fue encabezada por Ciriaco Ramírez, Cristóbal Húber y Salvador Félix, no obstante, antes de la batalla de Palo Hincado en la Sabana de Guabático fue capitalizada por Juan Sánchez Ramírez, quien era apoyado por la iglesia y planteaban el retorno a la condición de colonia española. Luego de la Batalla de Palo Hincado se convocó la Junta de Bondillo, en diciembre de 1808, como órgano consultivo dominado por la clase esclavista hatera que procedió a dispersar las fuerzas proto-nacionalistas y retornamos a ser colonia de España, estando ésta ocupada por Francia.

Dado el predominio político-militar de los grupos hateros en la Junta de Bondillo, los nacionalistas fueron derrotados y encarcelados. Además, en medio del conflicto con los remanentes de las tropas francesas que se resistían a capitular, los ingleses invadieron a   favor de los españoles, sus aliados europeos del momento. Así concluyó el interregno llamado La Era de Francia en Santo Domingo de 1802-09 y volvimos a ser incorporados a España, estando ésta en profunda crisis estructural por la segunda ocupación francesa que esta  vez duraría hasta 1814. De ahí que el lapso histórico de 1809 a 1821 de nuestra historia y de otros países hispanoamericanos se llame período de la España Boba.

Durante la España Boba se profundizó la  crisis económica, fue necesario recurrir al situado de nuevo, esta vez procedente de Puerto Rico, los criollos se lanzaron a luchar contra los peninsulares reivindicando los derechos que le acordaba la Constitución de Cádiz de 1812, los esclavos protagonizaron insurrecciones por su libertad y la miseria se acentúo y en ese contexto se agudizo la lucha política.

En su labor conspirativa Ciriaco se apoyó en los sectores medios de la sociedad, los tabaqueros, comerciantes de Azua, peones y gente del pueblo. Está documentado que recibió apoyo logístico del presidente haitiano de la parte sur de Haití, Alexander Petion, quien entendía que la condición de colonia de una potencia europea del territorio de la parte Este amenazaba la soberanía haitiana y por tanto era conveniente apoyar la causa autonomista de Ciriaco. El apoyo de Petion no era aislado, hay pruebas documentales del envío de agitadores a Puerto Rico y otras colonias caribeñas para subvertir el estatuto colonial  y  liberar a los esclavos de esos lares.

Ciriaco Ramírez fue encarcelado tras la Junta de Bondillo y desde la Torre del Homenaje fraguó otros movimientos anticolonialistas. Al establecerse que estaba vinculado a la conspiración de 1810, conocida como de los italianos, a  pesar de solo identificarse un  participante de esa nacionalidad, fue sacado de prisión y embarcado a Puerto Rico, más tarde llevado al África (a Ceuta) que era posesión española, donde falleció.

 El lapso de la España Boba registró grandes convulsiones políticas y sociales: en 1812 rebelión de Mojarra y Mendoza, en 1814 rebelión anti esclavista en la zona de Chavón, entre 1820 y 1821 protestas y rebeliones en la frontera y labores sediciosas de parte de los generales Arrié y Dalmasí  para que  los pueblos se pronunciaran a favor de la unidad con Haití.

Además de crisis política y social en ese período hubo una significativa crisis económica que subsumía al pueblo en calamitosa situación de supervivencia y cuya responsabilidad recaía en la burocracia colonial y los grupos dirigentes, por los que la única salida era romper el orden colonial y transitar la autonomía tal cual ocurría en Suramérica donde se desafiaba a la metrópoli con las armas en los campos de batallas.

Segunda parte

Aunque con motivaciones diferentes de las de Ciriaco Ramírez, en 1821 se produjo la fundación del Estado Independiente Haití-español por José Núñez de Cáceres que duró alrededor de nueve semanas por no contar con apoyo popular al no poder abolir la esclavitud y mantener en vigencia los postulados de la Constitución de Cádiz de 1812, que establecía para América tres tipos de clases sociales: ciudadanos (únicos con derechos políticos y civiles), libres y esclavos, manteniendo el status excluyente de la época colonial para los mulatos y esclavos, entre otros factores. Núñez de Cáceres envió a Boyer una propuesta de paz y amistad entre ambas naciones que el presidente haitiano  desestimó, pues pretendía invadir la parte Este y no era dable, ni conveniente, firmar acuerdo alguno.

El gobierno de las élites  que encabezó Núñez de Cáceres se mantuvo aislado del pueblo, justo cuando crecían los factores políticos que posibilitaban los planes de quienes veían la unión con Haití como solución a la crisis, pues habían obtemperado a los llamados de Boyer desde 1820, cuando reunificó las partes norte y sur de su país que permanecían separadas desde la muerte de Dessalines en 1806, época en que se propuso resolver la escasez de tierras fértiles ocupando la parte oriental, propósito que Dessalines ya había expresado a finales de 1804, conminando a los dominicanos a que se les unieran.

En febrero de 1822 el presidente haitiano Juan Pedro Boyer ocupó la parte Este de la isla y unificó bajo su gobierno todo el territorio derrotando el  proyecto de Núñez de Cáceres, a pesar de las advertencias de éste de que tal unión no era posible por las diferencias culturales entre ambos pueblos.

Alberto Bass. Colección AGN

La dominación de que fue objeto el colectivo nacional dominicano por 22 años como minoría nacional oprimida por el Estado haitiano lo llevaría a tomar conciencia de nuestras diferencias culturales respecto a los haitianos, de la misma manera como hizo frente a la dominación española y francesa. Durante ese lapso crecieron las bases materiales que potenciaron las posibilidades de las ideas separatistas e independentistas, al ampliarse las actividades mercantiles y surgir grupos sociales capaces de sustentar ideas emancipadoras  articularlas en proyecto nacional viable.

Boyer tomó un conjunto de medidas sociales, político-administrativas y jurídicas que impulsaron las actividades productivas y comerciales que se reflejaron en la dinamización de grupos económicos ligados al tabaco, los cortes de madera, la exportación de frutos menores y la ampliación relativa del mercado interno. Esas medidas permitieron el surgimiento de una “burguesía consignataria” y la consolidación de la pequeña burguesía que venía gestándose  desde  mediados del siglo XVIII.

Al entrar en crisis el modelo económico de Boyer por efecto de la parálisis del comercio en 1936-37 con Estados Unidos y lo oneroso del pago de la deuda a Francia, para que reconociera la independencia haitiana, también el sistema político colapsó por la crisis en el congreso haitiano. En la Parte Este la burguesía, que colaboró con los ocupantes haitianos, asumió posiciones anexionistas, conservadoras y antipopulares; en tanto que un sector de la pequeña burguesía se constituyó en portador de la conciencia nacional, bajo el literato del nacionalismo radical de Juan Pablo Duarte, estratega de la independencia nacional, cuyo ejemplo y prédica aún tiene, en lo esencial, plena vigencia.

La pequeña burguesía asumió la ideología revolucionaria del momento que no era otra que el republicanismo y  el constitucionalismo, sinterizados como liberalismo político. Así, la idea de una república civil, representativa y democrática expresaba el liberalismo y las posturas anti-colonialistas daban cuentas del nacionalismo de los trinitarios, organización que devino en  vanguardia política del pueblo y contó con la Dramática, la Filantrópica y Las Comunicadas (mujeres comprometidas con la causa) como organismos de masas, entidades operativas del ideario independentista.

Para 1843 los trinitarios captaron la crisis del sistema político haitiano y se aliaron a los reformistas que complotaban contra Boyer para desplazarlo del poder. El olfato político de Duarte lo llevó a persistir en esa alianza táctica hasta que la misma fraguó. Pero los conservadores, anexionistas y orcopolitas también aprovecharon la coyuntura para articular un proyecto proteccionista con el cónsul francés para cercenar la neonata república mediante el Plan Báez-Levasseur.

Los acontecimientos entre abril de 1843 y febrero de 1844, validaron la organización, la táctica y la estrategia organizativa de Duarte, pues la persecución que padeció lo sacó del escenario político, sin embargo el proyecto no se detuvo, antes al contrario, prendió en el seno de las masas bajo la dirección certera de Francisco Sánchez y Vicente Celestino Duarte.

En términos políticos Duarte encarnaba los postulados más claros y firmes, además, demostró ser un estratega que no descuidó los movimientos tácticos haciendo alianzas y ejecutando el primer golpe de Estado contra la facción anexionista que se apoderó de la  primera Junta Central Gubernativa luego de proclamada la república y cuyo objetivo era impedir el surgimiento del Estado nacional aplicando el Plan Báez-Levasseur.

Importa consignar que la victoria del 27 de febrero de 1844 supuso la creación de la vanguardia revolucionaria en 1838, gran labor de agitación y educación, alianza con los anti-boyeristas haitianos (apoyo particular a la Revolución de la Reforma en 1843 que derrocó a Boyer) infiltrar los regimientos haitianos 31 y 32  en la parte Este, aliarse a los hateros encabezados por Pedro Santana, reestructuración de La Trinitaria, participar en las elecciones para elegir diputados y regidores y conformación del Estado nacional dominicano.

Como puede apreciarse el 27 de febrero de 1844 fue la culminación de un proceso de profundas raíces históricas donde los sectores medios y populares jugaron los roles principales y aunque el proceso se coronó con la victoria, el balance final se saldó negativamente puesto que los grupos con los que se aliaron los trinitarios tenían mayor poder económico y peso social, además del apoyo de la iglesia que recelaba de Duarte por Masón, capitalizaron para sus intereses esos factores eliminando a los patriotas trinitarios.  A pesar de ello se logró la independencia.

Alberto Bass. Colección AGN


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