Por Luis Carvajal Núñez
No fue violencia de género, fue un brutal crimen político y así debemos conmemorarlo.
Rufino, Minerva y sus hermanas eran parte de un vastísimo movimiento de resistencia contra la dictadura y compartían una visión y una propuesta de país.
Es importante, muy importante que las nuevas generaciones sepan que las fuerzas políticas que propiciaron los asesinatos de Rufino de la Cruz y de las hermanas Mirabal siguen teniendo un gran peso en la balanza política de la República Dominicana.
Hay un nexo de continuidad que ha permitido que esas fuerzas nunca hayan abandonado el poder.
La impunidad les permitió seguir, desde las sombras o desde el proscenio, promoviendo asesinatos políticos, ofertando la patria a quien le garantizase una parte del botín nacional y una fracción del poder del Estado.
Todos los Gobiernos que sucedieron a la dictadura protegieron, alimentaron, promovieron e incorporaron a lo peor de ese régimen.
Continuaron enriqueciéndose mientras la nación es cada vez más pobre.
El PRSC, el PRD y el PLD han sido hogar y refugio para los viejos y los nuevos verdugos.
Duele, avergüenza e indigna que familiares directos y compañeros de lucha de las víctimas compartan militancia y escenarios políticos con los victimarios.
Para ellos es más fácil, más potable, menos comprometedor asumir la distorsión histórica que implica despojar de la carga política e ideológica el crimen de Rufino y de Minerva y sus hermanas.
No, no fue violencia de género.
Minerva, Rufino, Patria y María Teresa cayeron por razones políticas.
Todavía sus asesinos tienen poder, mucho poder.
Su lucha, inconclusa aún, tiene que ser continuada, profundizada, dotada de nuevos contenidos y significados.
Recordemos a Minerva y a Rufino, a Patria y a María Teresa desde las nuevas trincheras.
El pueblo dominicano nunca ha dejado de luchar, nunca dejará de luchar.
Recuperemos la memoria, resignifiquemos la memoria: honrar a los caídos es multiplicar la resistencia, luchar hasta la victoria y construir una nueva patria.
¡Así sea!
¡Para que siempre haya patria!
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