"¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Mientras menos me pienses, más me amas"
Yo quise ser como los hombres
quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra
promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el
beso
de los senderos nuevos.
A cada paso adelantado en mi ruta
hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo
desesperado
de los troncos viejos.
Pero la rama estaba desprendida para
siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los
lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la expresión
que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un
sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi
vida
y la verdad del beso de los senderos
nuevos.
Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de
la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las
épocas.
Y fui toda en mí como fue en mí la
vida…
Yo quise ser como los hombres
quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos
viejos,
se me torció el deseo de seguir a los
hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
Julia de Burgos
Julia de Burgos
Íntima
Se recogió la vida para verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por átomo de
mi carne
y fui resbalándome poco a poco al
alma.
Peregrina en mí misma, me anduve un
largo instante.
Me prolongué en el rumbo de aquel
camino errante
que se abría en mi interior,
y me llegué hasta mí, íntima.
Conmigo cabalgando seguí por la
sombra del tiempo
y me hice paisaje lejos de mi visión.
Me conocí mensaje lejos de la
palabra.
Me sentí vida al reverso de una
superficie de colores y formas.
Y me vi claridad ahuyentando la
sombra vaciada en la tierra
desde el hombre.
* * * *
Ha sonado un reloj la hora escogida
de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una
misma.
Las cosas circundantes reconquistan
color y forma.
Los hombres se mueven ajenos a sí
mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias
direcciones estáticas.
Siempre la misma carne apretándose
muda a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el paisaje
lejos de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la
palabra.
La forma que se aleja y que fue mía
un instante
me ha dejado íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
vaciada en la tierra
desde el hombre.
©Julia de Burgos
No hay abandono
Se ha muerto la tiniebla en mis
pupilas,
desde que hallé tu corazón
en la ventana de mi rostro enfermo.
¡Oh pájaro de amor,
que trinas hondo, como un clarín
total y solitario
en la voz de mi pecho!
No hay abandono...
ni habrá miedo jamás en mi sonrisa.
¡Oh pájaro de amor,
que vas nadando cielo en mi
tristeza...!
Más allá de tus ojos
mis crepúsculos sueñan bañarse en tus
luces...
¿Es azul el misterio?
Asomada en mi misma contemplo mi
rescate,
que me vuelve a la vida en tu
destello...
Julia de Burgos
¿Quién fue Julia de Burgos?
Julia Constancia Burgos García, nació en Carolina, Puerto Rico, en
1914. Se inició en la poesía desde muy temprana edad mientras ejercía como
maestra y luego como periodista.
En sus primeras publicaciones reflejó la influencia de otros poetas
como Alfonsina Storni, Clara Lair y Luis Lloréns. A esta etapa pertenece su obra «Veinte surcos».
Posteriormente volcó toda su sensibilidad artística en un canto sensual
al amor y a la naturaleza, mostrando ciertos rasgos semejantes a Vicente Huidobro y Rafael Alberti. De esta
etapa se destacan «Canción de la verdad sencilla» y «El mar y tú».
Es considerada como una de las grandes poetas de su patria.
Vivió sus últimos años auto-desterrada en Cuba y Nueva York, donde
falleció en 1953. ©
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