“Entre girasoles ella…” escribe sus poemas; pero esa imagen
es apenas la apariencia de un juego danzante que celebra el amor. Con la
sensualidad de sus pies desnudos separando espigas, y una sonrisa irrepetible
bailando entre sus labios, Jennet Tineo apuesta en serio a transgredir
espacios e imponer sus más auténticos sentimientos.
“A chorros de tinta
Me dreno la sangre en el puntero”.
Sus palabras y figuras cosquillean sobre/bajo la piel de
quien recibe sus imágenes límpidas y atrevidas; maravillosamente osadas porque
llegan libres de cortapisas; eludiendo (como pocos consiguen) recursos fáciles
que la larga adoración del amor ha convertido en lugares comunes.
Sus palabras son de carne entregada, de aromas íntimos y
sensaciones vibrantes. Defienden la autenticidad de su voz; el ímpetu
desenfadado que recuerda a aquella Pizarnik a la que rinde homenaje, cuando
aquella invocaba: “la rebelión consiste en mirar una rosa
Hasta pulverizarse los ojos”.
Rebelión del cuerpo y el
deseo; del cuerpo contra los prejuicios; del cuerpo contra lo posible; del
cuerpo real y el cuerpo percibido.
Jennet se desnuda en este libro quizás como nunca, y de
ciudad mojada que se expone trasmuta en mujer espiral que entrega y participa y
exige. Se/Nos envuelve en esa dulce promiscuidad que ella construye alegre y
sobria a un tiempo; para conducir/nos sin desmayo hasta un final que siempre es
y será la duda que queda sin respuesta en su existencia, como en la de todo ser
que busca el sentido de su existir:
“¿Qué me añaden las palabras, qué sustraen las palabras de
mí?”
Jennet Tineo es, sin dudas; una de las voces ineludibles de
la poesía de esta media isla deslumbrante de inicios del s. XXI. Este poemario
es una clara constatación de su sólida presencia en el panorama de la poesía
dominicana y aun más allá de las fronteras que la unen al mundo de las letras
hispanoamericanas.
ALEJANDRO F. AGUILAR
Escritor-Catedrático
Comentarios
Publicar un comentario