El hombre amenazó con derribar el avión si no abrían la
puerta y lo dejaban salir. Le explicaron que era imposible porque volaban a 37
mil pies de altura. “No me importa”, dijo y sacó una pistola de su bolsillo y
apuntó a los pasajeros, uno de los cuales, experto en origami, le hizo con
papel un aeroplano que el pirata aéreo cambió gustoso por su pistola. “Es que
me siento más seguro viajando en avión propio”, dijo alzando su avioncito de
papel, sobre el cual escapó por una de las ventanillas.
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