Alianza estratégica
Terminado el simposium sobre Equidad de Géneros en el Mundo
Posmoderno, coincidieron a la salida del salón de actos. Ella no permitió que
él le abriera la puerta señalando que ese era un típico gesto de galantería con
que el macho buscaba exhibir su fuerza física. Había pocos taxis a esa hora y
debieron tomar uno conjuntamente. El le recordó que cada quien tenía que pagar
la mitad alegando que el feminismo también se manifiesta en el compromiso con
los gastos. Llegaron primero al apartamento de él. Ella aceptó subir un momento
sólo para que él viera que una mujer y un hombre pueden conversar a solas sobre
cualquier tópico sin terminar quitándose las ropas. El no le colgó el abrigo en
el perchero, ni haló la silla para que ella se sentara, ni le acercó el
cenicero. Ella resistió enderezar el cuadro de la sala, echarle agua al florero
de la mesa, limpiar los bordes de la copa. Hablaron sobre el clima. En la cama,
él tuvo el cuidado de preguntarle que si arriba o abajo. Ella respondió
cariñosamente que las dos cosas, pero que primero ella. Y pusieron en práctica
una deliciosa estrategia machista-feminista cuya ruidosa alianza duró toda la
noche.
De La destrucción de la muralla china, 2003
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