Ivan García Guerra: Presentación del libro de Doris Melo Mendoza "Mito y tragedia en el teatro hispanoamericano y dominicano del siglo XX"



Ivan García Guerra, actor, director y dramaturgo.

Una voz desconocida, melodiosa y educada que me solicita en el teléfono: “Con el señor Iván García Guerra, por favor”. “Yo soy”, le casi susurro, escuetamente. Y a continuación, con calma y tersura, llegan algunos elogios a los que en otros momentos no me logro acostumbrar, aunque los acepte con sonrisa algo idiota. Mas en esta ocasión la diferencia está en que los halagos me resultan creíbles, estimables y hasta agradables. Por el modo sereno de decirlos me parece percibir que no se limita a corear lo que la mayoría canturrea como loritos hogareños; parece más bien ser el resultado de un auto convencimiento… y aquello, por supuesto, burbujea en mi ego.

La autora, Doris Melo y el presentador de la obra: Ivan García Guerra.
Esa, si mal no recuerdo, fue la primera impresión que recibí de ella, Doris Melo Mendoza. Su nombre no me dijo nada en el momento; pero la impresión recibida me condujo a poner un tipo de interés especial; distinto al que les doy a los demás, que siempre es cortés, ¡nadie piense otra cosa!


Portada
Me habla de una tesis sobre teatro dominicano, que reunirá estudios de varias obras teatrales del país emparentadas con temas de la clásica tragedia griega. Con este trabajo optaría al doctorado en Filosofía, con concentración en Estudios Hispánicos, por la Universidad de Puerto Rico, recinto Río Piedras.
Y mi entusiasmo aumenta. Entre las piezas seleccionadas esta mi “Andrómaca”, una de las tres en las cuales he paseado con cierto descuido y mucho respeto alrededor del grandilocuente e ineludiblemente atractivo espíritu griego. Ésta está, inspirada en la homónima de Eurípides, de la cual sólo toma la situación de la magnífica mujer que pierde esposo e hijo por asuntos, digamos, estatales. Las otras dos, igualmente libres, son “Más allá de la búsqueda” que viene del “Prometeo Encadenado” de Esquilo, y “Soberbia” tomada del “Áyax” de Sófocles.

Ivan García Guerra junto a su esposa, France.
¡Me estaba solicitando permiso para hacer la honrosa inclusión!…y, sin pensarlo dos veces, le dije que sí, que sí, ¡que sí!… disimulando un tanto mi entusiasmo. ¿La razón? Se me ha hecho muy difícil publicar, por entendibles aunque incomprensibles motivos económicos, y además, desde que me inicié en el arte hace uno poco más de 57 años, comprendí que nunca iba a vivir de lo que era entonces un impulso, y que desde hace tiempo se ha convertido en una de las más importantes motivaciones de mi existencia: el arte.
Para que la pregunta no se les quede rondando e interrumpiendo el desarrollo de estos conceptos, les digo que las otras estimulaciones son dos: la familia (ampliamente ampliada por mis alumnos) y el deseo irrefrenable de compartir o devolver las bendiciones que Dios o a Naturaleza o simplemente la Vida, o los tres, me han dado.
Por ello, sintiéndome realizado, le ofrecí todo el apoyo que pudiera necesitar. ¡¿Cómo no?!... Lo hago constantemente sin ni siquiera esperar agradecimiento, y ahora me estaban remunerando con antelación. ¿Cuál debe ser el mayor interés de un artista? Comunicarse a través de su oficio, hacerlo llegar lo más ampliamente posible, contribuir con la espiritualidad humana. Por supuesto no estaría mal poder vivir al menos decentemente del trabajo propio; pero aunque amemos el mundo de la ilusión, debemos ser realistas y cumplir con el deber y el compromiso que tenemos, sin importar mucho que éste sea remunerativo o no.
Sólo después me di cuenta de que el valor de este proyecto superaba en mucho mi interés personal; que iba mucho más allá de un íntimo alegato; que tenía innegable y grande importancia nacional, latinoamericana y mundial.
Siguieron varias conversaciones con la señora Melo, luego la conocí personalmente, me agradó, sentí que éramos amigos, y, bastante tiempo después, separados Doris y yo por el Canal de la Mona y algunos kilómetros de tierra bastante firme, con breves contactos más bien literarios en el internet, cuando ya casi me había olvidado del asunto, me enteré del próximo parto: ya pronto se pondría en circulación en la República Dominicana “Mito y tragedia en el teatro hispanoamericano y dominicano del siglo XX”.
El importante hecho me fue informado por Martín Gómez, quien me solicitaba que fuera yo quien presentara la obra en nuestro pueblo. Y no lo dudé un instante. Aquí estoy… ¡y complacido!
Ahora me circunscribo al asunto.


Doris Melo Mendoza, autora.
Doris Melo Mendoza nació en la República Dominicana, en nuestro Santo Domingo, allá por el 1948; pero reside en San Juan de Puerto Rico desde el 1973, hace ya 23 años.
Había obtenido un grado de Licenciada en Psicología clínica en 1975 de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Y ya en su nuevo espacio, para el 2004, logró su Maestría en Artes con concentración en Estudios Hispánicos y un Doctorado en Filosofía con concentración en Literatura Hispanoamericana, ambos de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Además, estudió Artes Plásticas: dibujo, pintura, litografía y xilografía; los idiomas francés, italiano, portugués y latín en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.
Ha sido profesora del departamento de Español y Literatura en las Universidades de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y actualmente enseña cursos de literatura en la Universidad Metropolitana de Cupey en Puerto Rico.
Ciertas revistas especializadas en literatura en Hispanoamérica y España ha, recogido numerosos ensayos y artículos. Algunos de sus poemas han aparecido en varias antologías como “Pinceladas y relatos” del 2010, “Prosa, poesía y artistas plásticos” del 2011. Ha prologado varios libros como “Arena, mar y viento” del 2010 del poeta español Teo Revilla Bravo y “Cuentos de luz” de Paola Troya de Uruguay entre otros. Y además de la obra que hoy nos ocupa, como poeta, ha publicado tres libros: “Solo de pasión, soledades y otras ausencias” en abril del 2010, “El olor de la palabra rota” en septiembre del 2011, y “Rasgada memoria” del 2012.
Los títulos de sus poemas nos hablan de qué tipo de persona es: “Pasajes inimaginables de mis fantasías”, “Habitando la irónica proeza del existir”, “El olvido no existe”, “Balada para un cuerpo”, “En una noche desterrada de mí”, “Una memoria para asir el tiempo”, “Nadie puede predecir el pasado”, “Colmada de memorias rotas”, “Resistencia”, “Rebeldía”, “El deshacer del tiempo”, “Una noche desterrada de mi pasado”, “Las mujeres que habitan en mí”, “Una memoria para asir el tiempo”.


Doris Melo junto a los actores Teo Terrero y Aidita Selman. Aidita también ha escrito obras de teatro.

Pero, la mejor descripción de esta valiosa mujer ella misma la regala a los posibles lectores en la portada de su apartado de internet:“Yo soy eso que ves en este espacio, mar, tierra, belleza tanto interna como externa, soy parte de ti y tengo como tu una pureza de espíritu que trato de mantener en este presente. Una conciencia de libre pensamiento sin ataduras a las normas vigentes siempre que puedo escapar. Soy rebelde y terca pero también soy flexible y me doy en amor hasta el tuétano de mis huesos. No Me gustan las controversias ni las discusiones y cuando me enfado trato de ver por qué y no guardo rencor. Me veo en el espejo de esa otredad que suelo ser yo misma. Soy librana y como tal soy una mujer muy solidaria con los demás y me encanta hacer amigos y disfruto plenamente la vida porque me considero un ser gregario…”
Terminada esta hermosa y enjundiosa cita, ¿qué mas agregar?... No mucho.

Autor Luis Martín Gómez, productor de yola yelou

Con motivo de una reciente entrevista realizada por Martín Gómez para su espacio multimedia dijo: “Que se sepa, este trabajo de Doris Melo Mendoza no tiene precedente en nuestro país y constituye un significativo aporte al estudio del teatro dominicano desde una óptica novedosa.” Y esto es afortunadamente cierto en cuanto se refiere a su característica ensayística y a la validación científica que hace del maltratado teatro dominicano, ligándonos acertadamente con el modélico mundo de la dramaturgia mundial.
Por otra parte el “prologador” puertorriqueño Miguel Ángel Náter, catedrático de la universidad de Puerto Rico, ya había sentenciado algo en sentido similar. Cito: “su mayor valor radica en que saca de la insularidad las obras del teatro dominicano, poniéndolas a conversar con el teatro del mundo y de todos los tiempos”.
Y es que, me he informado de varias tesis y trabajos monográficos en que se ocupan de creadores teatrales dominicanos y de algunas antologías en las cuales aparecen selecciones de autores nacionales (una de ellas por otro dominicano de la llamada diáspora), más casi todos (el “casi” para no parecer categórico o arbitrario y para no quedarme fuera), estos trabajos han sido gestados en el extranjero.
Parecería que es imprescindible cierto distanciamiento para abarcar un significado positivo en nuestro quehacer humano; para superar la resonancia del “quisqueyanísimo” “complejo de Guacanagarix”, que predispone al dominicano a loar todo lo que huela a extranjero, en detrimento del grandísimo e indudable talento local.
Pero, justo al lado de éste nuestro terruño lamido por las olas, aparece una figura como la de esta hermosa y brillante doña, que se sacude de esa modorra pesimista, y con visión serena y docta grita sólidamente al mundo que no somos una porquería, que tenemos valores que trascienden a los bienaventurados peloteros y a los desafortunados delincuentes que consuetudinariamente marcan la “detrimentosa” opinión internacional.
Por eso, para terminar, digo, profundamente convencido: “Dios te ha bendecido, Doris”; porque haber logrado cabalmente un trabajo, haber podido aportar positivamente a la cultura, y así hacerle un bien al país de nosotros y por ende a la humanidad que nos alberga, eso es ya una gran consagración.

Gracias, amiga.

Iván García Guerra



Frances, Leibi Ng y Rosa Esther


Eduardo Gautreau De Windt y participante.

Hijo mayor de Doris Melo y Analie Trinidad Ng
Don Miguel Collado, Ramón Saba y Luis Martín Gómez



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