Son varios los dramas encerrados en este simple “recibo” que entregan los “cuidadores de vehículos que se encuentran en el entorno de Guibia y que tienen mucho mayor importancia que las faltas ortográficas y los errores de redacción:
1.- La existencia de una masa de desempleados y marginados sociales que buscan cualquier mecanismo que les permita generar ingresos para su sobrevivencia.
2.- La apropiación del espacio público ante la indiferencia y/o la complicidad de las autoridades, repitiendo en pequeño lo que ocurre con el resto del territorio en otras escalas y con otros actores.
3.- La falta de planificación en el diseño y construcción de espacios de uso público que terminan creando problemas mayores que los que solucionan y los convierten en evidencia de la falta de ordenamiento territorial.
4.- La absoluta falta de institucionalidad que alimenta y se alimenta de la corrupción, el desorden y la carencia de instrumentos sociales de control.
5.- La indiferencia ciudadana y la resignación, producto de la desesperanza aprendida y el pesimismo estructural que son alimentados y estimulados por el aparato educativo que, contrario a la creencia generalizada, ha sido eficaz en extremo al lograr la idiotización masiva de la población, el reforzamiento del pensamiento conservador, la parálisis social y la desmovilización ideológica de las fuerzas que deberían propugnar por cambios revolucionarios reales.
6.- Garantiza la creación de élites técnicas e intelectuales desvinculadas de toda crítica a los modelos de desarrollo, incapaces de amarrar su destino al destino de la nación y portadores de las banderas neoliberales del individualismo, la defensa del gran capital y la negación de toda causa reivindicativa.
Este ticket evidencia por lo tanto, no el “fracaso de un modelo educativo”, sino el triunfo de una concepción y un modelo educativo al servicio directo de intereses que prefieren un pueblo acrítico, desideologizado, ajeno a su pasado y su presente, sin identidad propia y sin un proyecto de cambio revolucionario.
Las faltas de ortografía evidencian otras muchas miserias, carencias e inequidades que debemos superar.
Así sea.
©Luis Carvajal
©Luis Carvajal
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