Por César Sánchez Beras
El actual presidente de los dominicanos, el Dr. Leonel Fernández, aunque ganó la presidencia de la nación en la boleta morada, es un presidente de transición necesaria. Los desaciertos de los gobiernos del PRD, posteriores a la etapa de los doce años balagueristas, el retorno de Balaguer al poder en diferentes condiciones, habían socavado las bases frágiles que Juan Bosch había plantado en el primer ensayo democrático nuestro.
Decimos un Presidente de Transición Necesaria, porque se necesitaba la creación de nuevas bases para el relanzamiento de nuestra nación, de cara a los nuevos tiempos. Leonel Fernández ha tenido una gestión con luces y sombras. Sus luces son de todos conocidas, pero sus sombras están supeditadas a gobernar un país con las características que él encontró.
A la primera admistracion peledeista, le ha tocado organizar medianamente la batalla, preparar el terreno de la lucha, y delimitar quienes son los enemigos del progreso y como enfrentarlos. EL costo político de esta primera etapa, puede ser una espada de doble filo: Las buenas decisiones son obras colectivas de todos los sectores de la nación, pero los errores solo tienen un padre y es el poder ejecutivo que dirige la cosa pública.
Aunque no desmeritamos la labor del actual presidente, somos de la opinión de que Leonel Fernández, fue el presidente necesario para la transición del pasado a la nueva forma de hacer política en RD.
Leonel ha agotado su proceso como catalizador de las herramientas que tenemos para salir de la pobreza, pero sus condiciones de presidente en transición ya han finalizado y son en cierto modo ineficiente para los nuevos desafíos de la nación.
La República Dominicana ha cambiado y necesita no solo de una persona que tenga la popularidad necesaria que le aporte los votos. Necesitamos de la gestión estadista de una persona que conozca los problemas que acogotan a los países pobres y que tenga las herramientas cognoscitivas necesarias para encarrilar el carro del progreso colectivo.
Pero también se necesita de una persona con un compromiso moral con su país, con un compromiso personal con la historia y con una voluntad inquebrantable de restablecer los cánones civilistas de la honestidad del servidor público.
Necesitamos de una persona con el coraje necesario para no dejarse enmarañar la senda, con ambiciones de grupos, de membresía partidistas, de acuerdos de aposentos o de impunidades deshonrosas. Necesitamos de un presidente que tenga el mismo nivel de compromiso para la administración pública como para la vida personal.
No necesitamos un patriarca mesiánico. No necesitamos una vedette de turno para bailar al ritmo de las conveniencias. Necesitamos urgentemente de alguien que sepa que hacer, que tenga el valor de hacerlo y que todas sus acciones están delimitadas por el cumplimiento de la ley. Hemos tenido en la silla presidencial todos los especímenes políticos imaginables, pero hemos adolecido de la carencia de alguien que tenga un proyecto de nación fundamentado en el cumplimiento del deber y en la responsabilidad ciudadana, sin las ataduras de las circunstancias. Juan Bosch tenía esas condiciones, cuando fue elegido en 1963.
Ahora ha llegado el turno de que un auténtico peledeista, como Danilo Medina Sánchez, después de la transición necesaria, asuma con entereza, el papel del Partido de la Liberación Dominicana, en nuestra historia política.
César Sánchez Beras es Doctor en Derecho, Premio Nacional de Poesía y Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.
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