Como sólo tomé cuatro o cinco prácticas para aprender a conducir y decidí que mejor me dejaba llevar, soy una asidua de los taxis. Estoy pensando hacer algo con la colección de anécdotas que llevo en estos años como pasajera. Hoy, no sé si por cansancio o porque ya llegamos adonde íbamos, mi conductor me soltó unas lecciones sobre los mosquitos y el dengue que me asustaron. Ahí sentada en el asiento de atrás me pasé las manos por mis picadas piernas (últimamente llevo una tanda), pues tan sólo duré unos minutos en una de las tiendas del barrio chino y luego en la oficina de mi hermana y me llevé unas siete picadas (carne fresca que le dicen), y claro, con mi bocota expresé: ¡Dios, la de mosquitos que hay en la ciudad! ¡Debe ser por tanta basura! Entonces el chofer muy atento torció el cuello como en El Exorcista y dijo: -¿La picaron? ¿Ahora? ¡Cuídese! Los mosquitos que pican de día son los que transmiten el dengue". Se me salieron los ojos de las órbitas y dije: ¿Quéeeee? Y él, muy seguro de lo que decía continuó: "¿Usted no sabía que los mosquitos del dengue son ciegos y por eso tienen que picar de día?. Si le pican de noche, usted no se preocupe, pero estos que pican de día, le transmiten la enfermedad porque se la transmiten. Mi hermana es doctora y me lo dijo. ¡Eso sí! Ahora cuando yo la deje en su casa, se toma un buen jugo de guayaba con ají morrón así (puso la mano derecha a la altura del espejo retrovisor). Porque el dengue son las plaquetas bajas, ¿sabe? ¡Ah! y le agrega un par de cucharadas de miel de abeja y ¡cháquiti! se lo toma. La defensa se le sube pa´rriba y le da mucha sangre. Es que la hermana mía es doctora ¿sabe? Míreme, tengo 45 años y no sé cuándo fue la última vez que vi a un médico".
¡Ay, Dios, yo necesito uno urgentemente! -pensé. Y encima, el tipo empezó a hablar mal del gobierno y de lo bien que estaba cuando Hipólito. Le pedí que me dejara antes de llegar a mi casa. No puedo parar de pensar en los mosquitos ciegos y en que estoy rodeada de ellos. Oigo sus zumbidos por todas partes. ¡Qué venga pronto la noche, por favor, para dejarme picar tranquilamente! ¡Y no hay pulpa de guayaba por ningún lado!
¡Ay, Dios, yo necesito uno urgentemente! -pensé. Y encima, el tipo empezó a hablar mal del gobierno y de lo bien que estaba cuando Hipólito. Le pedí que me dejara antes de llegar a mi casa. No puedo parar de pensar en los mosquitos ciegos y en que estoy rodeada de ellos. Oigo sus zumbidos por todas partes. ¡Qué venga pronto la noche, por favor, para dejarme picar tranquilamente! ¡Y no hay pulpa de guayaba por ningún lado!
JAJAJAJAJAJAJAJA!!! Diache Leibi qué risa!!! Yo soy bien gráfico y me imaginé a ese personaje pontificando sobre medicina!!!
ResponderEliminar¡Ja, ja,ja! Pedro, ya lo sabes: cuando vayas a trabajar por nuestros campos, fotografía a las aves, reptiles y ciguapas ¡sólo de noche! Un abrazo, amigo.
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