Para mi amiga Alba, allá en Azuqueca de Henares
"Como si el sol se convirtiera en una gigantesca rueda de maduro limón..."
Esta mañana, todo el pueblo ha despertado con el gozoso resplandor de un cielo nuevo. De madrugada, avisados por un pescador del mar Caribe, los escasos transeúntes del malecón, miraron sorprendidos el nacimiento de un novedoso fulgor en el horizonte que aventajaba por mucho la brillantez normal del amanecer dominicano.
Ciertamente, nacía el Astro Rey, pero no era como todas las mañanas. Había un encuentro de colores detrás de las nubes que recordaba las bodas de los dioses. Por eso, todos quedaron embelesados al presenciar, poquito a poco, la atmósfera que irradiaba ráfagas color lima limón y plata en una metáfora inenarrable de esplendor ambarino.
Hilario Feliz, director del Ministerio de Alboradas, Ocasos y Atardeceres, declaró a este medio informativo que nunca había sentido tanta admiración ante el amanecer y que sólo la contemplación del campesino criollo, inclinada la testa ante la tierra preñada, recogiendo el fruto de la semilla sembrada, le había provocado la euforia enternecida de esta luz transparente que todos contemplaban.
Luz Blanquita, una vecina de Santo Domingo, residente en la calle La Estrelleta, dejó escapar una lágrima cuando los pescadores lanzaron sus redes al unísono, en un tributo tejido ante el nuevo día.
Blanco Liz, limpiabotas de la Palo Hincado quedó petrificado en el Fuerte de San Gil al ser tocado en su piel bronceada por los rayos luminosos que lo hicieron ver dorado, como la estatua del Caonabo del Parque Mirador.
Por su parte Alba Lucía, gerente de uno de los hoteles que están situados frente al mar Caribe, expresó su admiración y la de sus huéspedes al observar el fenómeno luminoso puntualizando que con una repetición puntual del fenómeno, lograrían elevar los índices de ocupación superando a Puerto Rico, Jamaica y a la misma Cuba.
La mejor descripción fue suministrada a esta periodista por un taxista que transportaba a un turista por la avenida George Washington después de recogerlo en la parte alta de la ciudad: "Fue como si el sol se convirtiera en una gigantesca rueda de limón. Fresca y jugosa, soltando una luz de lo más hermosa". A seguidas, el turista subrayó: -Beautiful! It´s Great!
Claro Candela, historiador y catedrático de la Universidad de la Luz, desmitificó el hecho declarando que todo se debe a un fenómeno atmosférico predecible cada cien años, pero que pasó inadvertido por las malas condiciones de los equipos de la institución educativa. Sin embargo, los estudiantes de sismología, entrevistados minutos más tarde, aseveraron que ningún equipo era capaz de predecir el fenómeno luminoso o lumínico puesto que se dieron condiciones exactas de la atmósfera, la luz, la posición de las nubes y el surgimiento del sol, junto al cálido aliento del mar Caribe, que proporcionaron la repuesta tropical de un cielo tocado por la máxima dulzura del pueblo que cobija, alienta e ilumina.
La Alborada, descrita en el diccionario como "Tiempo de amanecer o rayar el día", tiene como sinónimo Alba. Otras acepciones son la conocida en los ejércitos cuando tocan un instrumento llamado corneta, que soplado al aire libre en ese momento del día, se utiliza también como toque de diana y que nadie repite por pudor las palabras gruesas que desata tras su llamado en ejércitos y campamentos.
Pero además, el vocablo es conocido como "composición poética o musical en que se canta a la mañana". Y creemos que precisamente esto es lo que motivó a la Rondalla Universitaria, que ni corta ni perezosa, (regresaban de una presentación en el interior y no habían dormido), hicieron detener el autobús y todos instrumentos en manos empezaron a cantar el conocido: "Olololey, loley, lololay... qué lindo es cuando amanece...". Y es así como todas las ventanas de los lujosos hoteles del malecón de Santo Domingo, los negocios, los restaurantes, el Ministerio de Cultura, el cerrado parque Eugenio María de Hostos, los kiokos del ADN... fueron iluminándose en solidaridad con el sol caribeño que majestuoso se prodigaba a pleno esplendor para todos, absolutamente todos los hijos de Quisqueya y sus visitantes, amigos y relacionados.
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