Como en todas las fiestas, comida abundante, bebidas, rifas y alegría. Y, no me importa si hay quien piensa que a los que parten hay que guardarles duelo y dejarles ir, que al reiterar sus presencias les estamos obligando a permanecer entre nosotros... De alguna forma, creo que esta es la excepción. Creo que las almas grandes se quedan hasta continuar sus obras con otros ojos, otras manos, otras voces... Creo que Minerva de Cocco no es una amante obsesionada y sí una mujer fiel en todo el sentido de la palabra. Fiel a su corazón y a sus sentidos. Fiel a las sensaciones vividas, a las ideas compartidas, a la fortaleza única que crearon entre los dos para criar a sus hijas, levantar su empresa y continuar viviendo. Ella ha enfrentado la vida con la elección de lo que sembraron. No creo que viva en el pasado, simplemente, está tan, pero tan llena de la inmensidad de su hombre que todavía tiene que compartirlo con todos. No veo tristeza en Minerva, siento su compás de espera porque tarde o temprano sus energías se unirán completamente desde este camino de luz que va trazando. No es una viuda más. Abrazó una misión y es recordarnos que compartió la vida de un hombre grande que por grande, nos sigue dando poquitos de su sombra guarecedora de tanto Sol para que no nos quememos de golpe, como el gigante árbol que ramificó desde una vida digna y ejemplar. ¡Te quiero Minerva!
Como en todas las fiestas, comida abundante, bebidas, rifas y alegría. Y, no me importa si hay quien piensa que a los que parten hay que guardarles duelo y dejarles ir, que al reiterar sus presencias les estamos obligando a permanecer entre nosotros... De alguna forma, creo que esta es la excepción. Creo que las almas grandes se quedan hasta continuar sus obras con otros ojos, otras manos, otras voces... Creo que Minerva de Cocco no es una amante obsesionada y sí una mujer fiel en todo el sentido de la palabra. Fiel a su corazón y a sus sentidos. Fiel a las sensaciones vividas, a las ideas compartidas, a la fortaleza única que crearon entre los dos para criar a sus hijas, levantar su empresa y continuar viviendo. Ella ha enfrentado la vida con la elección de lo que sembraron. No creo que viva en el pasado, simplemente, está tan, pero tan llena de la inmensidad de su hombre que todavía tiene que compartirlo con todos. No veo tristeza en Minerva, siento su compás de espera porque tarde o temprano sus energías se unirán completamente desde este camino de luz que va trazando. No es una viuda más. Abrazó una misión y es recordarnos que compartió la vida de un hombre grande que por grande, nos sigue dando poquitos de su sombra guarecedora de tanto Sol para que no nos quememos de golpe, como el gigante árbol que ramificó desde una vida digna y ejemplar. ¡Te quiero Minerva!
Comentarios
Publicar un comentario