JUAN CRUZ en El País, recuerda a Rafael Arozarena de Canarias, fallecido el 30 de septiembre de 2009
le preguntamos qué le había sorprendido de la vida, y su respuesta tiene ahora que ver con el último suceso: "[Me sorprendió] Morirme. Me vi en la muerte en un momento. Y era grato: me dejaba resbalar tranquilamente. Hubiera ido con todo gusto al otro mundo. Esa visión ocurrió cuando yo salí del cuartel; me vi en el otro mundo, y no me asusté; al contrario, me dije: 'Si esto de morirse es formidable'. Y fíjate en mi mentalidad de loco: cuando yo era muy pequeño relacionaba el sabor de la mantequilla El Ancla sobre el pan blanco con una gran gozada. Y en aquella sensación de muerte lo que sentí fue eso, el sabor de la mantequilla, que me iban a hacer un bocadillo con mantequilla".
Rafael Arozarena |
Su poesía y su prosa fueron un canto a la vida, una prolongación de su amor por la naturaleza. Como Rafael Azcona, él decía que cada mañana era una celebración. "Descubrir que seguían funcionando las neuronas y las manos, los dedos. Y me sorprende", decía, "hasta el primer rayo de luz; todo es tan nuevo, tan maravilloso es lo que compone el día... Hay gente que tiene cierto pudor en ser feliz, y eso me asombra. ¡No tenga usted pudor en ser feliz!".
http://www.elpais.com/articulo/Necrologicas/Rafael/Arozarena/poeta/novelista/autor/Mararia/elpepinec/20091001elpepinec_1/Tes/
2 poemas de Arozarena
UN VIEJO PESCADOR DE ANTIBES
XVIII
Fue mi primer encuentro con la gracia
mirando la pesca milagrosa de un viejo pescador.
Éste era un viejo que no pescaba en la corriente de Gulf Stream,
que tenía sus pestañas como anzuelos anclados en el fondo
de todos los mares del mundo.
Era un viejo llegado de la luna
tan amigo de Pierrot y Colombine.
Era un viejo azul y rosa como el mar de Málaga.
Era un dios pescador que pesca pescando penetró en el Sena
y con ostras sacadas de los rostros egipcios
sembró los ojos de París.
Fue mi primer día en el mundo de la gracia
mirando la pesca milagrosa de un viejo pescador
cuando aún no sabía que pescaba para mí.
Habíamos seguido las luces de San Telmo
hasta la puerta de Antibes.
Me senté largo tiempo a su lado con las manos abiertas al sueño
y él pescaba violetas y gallos o rombos de arlequín para
vestir a sus hijos.
Era un viejo pescador ignorante
y yo quería enseñarle a pescar peces de verdad como la carpa
y el salmón.
No creía que Dios hizo el mundo en siete días
que París está en el mapa y es invisible a un corazón cualquiera.
Huía entonces de mi lado, de mi ciencia, del frío que me hizo.
Él era un viejo loco que pescaba en Antibes
y lanzaba su anzuelo de plata en un vaso de vino
o en una cazuela vacía pintada con azul de Pablo.
Y eso pescaba: el azul
o caramillos de Dios para alegría de cabras y faunos
o las ocho rosas para felicidad de Juan Ramón que nos miraba
desde su ventana.
Para mí dos pichones de amor que metió en sus bolsillos.
Fue mi primer día en el mundo de la gracia
mirando la pesca milagrosa de aquel viejo español
que perdió su locura y pescó la quijada
espantosamente abierta de Guernica.
Lo recuerdo ahora ya en el día más difícil de los poetas.
Desfile otoñal de los obispos licenciosos
XVI
LA DAMA DE LA SILLA CELESTE
"…ella era mi forma predilecta
La que no me quitaba el pesar de ser hombre.”
Sentada en la noche
sus cabellos lucía como Berenice
y sin saberlo bordaba cuadrantes de luz para los ciegos.
Tan alta como la mano de un poeta
allí donde crece la hierba más transparente de la aurora,
donde las palabras se enredan en los pies de algún dios.
Sentada en su silla celeste
así la descubrí con algo más que mis ojos.
Temblaba una lágrima en el espacio
o un diamante colgado
en la interrogación luminosa de las Pléyades.
Era la dama de la silla, el descenso de mi voz en su mano,
forma de silencio encendido en la noche más oscura
que en mis pies proyectaba la ruta
jubilosa del día venidero.
Desfile otoñal de los obispos licenciosos.
Gracias a http://esquinaparadise.blogspot.com/2010/10/blog-post_22.html
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