VOLVAMOS TODOS A LA ESCUELA. LA HONRADEZ SE APRENDE

A veces la vida me parece un cuadro familiar. Como cuando estamos entre hermanos con mucha confianza, uno dice un juicio hiriente y el otro le responde con algo más doloroso. Nadie es perfecto, pero el camino hacia la evolución, es un lento, lento enderezamiento de la espalda encorvada de la bestia. Una columna vertebral erguida es el símbolo de un ser humano digno. Pasamos por reconocer nuestros fallos, de ahí que valoro esa enunciación tan sabia: Yo me perdono, y perdono en mí a todos  los que me han ofendido. 

Salir de la simulación requiere valor para enfrentar los propios miedos y lo que lo hace tan difícil es que no todos confían en una figura magna como Dios. Esa gran bondad que nos acepta con nuestros defectos porque desea infinitamente que nos elevemos sobre nuestras miserias.

No olvidemos que en la infancia, los padres representan a Dios. De padres acusadores, hirientes, sarcásticos, vengativos, que dicen una cosa y hacen otra, salen hijos idénticos. ¿Por qué ponemos el grito en el cielo al ver cómo la corrupción nos arropa si estamos alimentando a ese monstruo desde toda la vida?

Propongo que volvamos a la escuela. Propongo que los padres y maestros sean figuras veneradas, dándoles todos los atributos y condiciones para que ejerzan como tales. Propongo que la sociedad enfrente sus propios errores y venza al miedo con la verdad.



He encontrado en la Web, esto del primero de la ESO del gobierno de Canarias, bien que podríamos aplicárnoslo:

 Objetivo
Valorar la sinceridad como algo indispensable para poseer una personalidad íntegra.

 Desarrollo
La sinceridad es, ante todo, una actitud hacia nosotros mismos; es no engañarnos, no hacer de nuestro "yo" una máscara.

La persona falsa se autodaña y, a la larga, se atrofia para discernir lo verdadero de aquello que no lo es.
El mundo, la vida y las personas llegan a ser para él como un laberinto en el que se pierde; no tiene norte ni referencias claras. Por eso, la sinceridad se convierte en un elemento indispensable para tener una personalidad sana y un carácter firme.
Para afrontar la realidad hay que conocer su verdadera cara; el autoengaño y el engaño a los demás sólo llevan al fracaso.
Por otra parte, ser sinceros es tener en cuenta a los otros, considerarlos dignos de lo mejor que podemos ofrecerles: nuestra verdad.
Lo contrario es propio de personas mezquinas, a las que les viene grande lo noble del ser humano. Mentir es la manera de enrolarse en un camino sin fin, en el que se va perdiendo identidad y se entra en una nebulosa ficticia, que se enreda y envuelve como una tela de araña.

La sinceridad conduce a la seguridad de la propia verdad.
Ser sinceros nos hace valientes, sabiendo que la verdad se antepone a todo lo demás y que lo peor sería precisamente perderla u ocultarla.
  La persona sincera adopta una postura de aceptación de la verdad de los otros, entendiendo que su verdad es sólo una parte que, como una pieza de un puzzle, unida a la parte de verdad de los demás, se agranda y se acerca al verdadero sentido de la existencia.
Además, es importante no confundir sinceridad con descaro; no se trata de decir lo que pensamos en cada momento de un modo improvisado, porque eso únicamente da lugar a situaciones que, por carecer de la serenidad del razonamiento, pueden ser inoportunas o incluso herir a alguien.

http://www.esmas.com/fundaciontelevisa/valores/pages/honestidad-actividades.html

«OBSTÁCULOS PARA LA HONESTIDAD»

a.- La impunidad que demuestra que se pueden
violar las leyes y traicionar los compromisos 
sin que ocurra nada.

b.- El éxito de los "vivos" y los mentirosos,

que hacen parecer ingenuas a las personas honradas 
y responsables, pues trabajan más y consiguen menos 
que aquellas que viven de la trampa.

c.- La falta de estímulos y reconocimientos a quienes 

cumplen con su deber y defienden sus principios 
y convicciones a pesar de las dificultades 
que esto les pueda acarrear.

Comentarios

  1. Gracias, Neibi, por dejarnos estas reflexiones.
    Un Beso

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  2. Gracias a ti, colega por prestarme una atención que me honra. Otro beso!

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