Qué gran aliado es el silencio
Libre tu interpretación me intuye
Soy una palma hueca sosteniendo las notas
Contenidas del aire de la ausencia.
No te mezas en la espesura de una estrella
Ni te detengas en el ángulo infinito
Porque sin dilación llegarás a mi pecho
Y te daré de mamar como a un potrillo
Que apenas puede sostener el arco de sus sueños
Sólo cuando yo quiera.
Distancia y tiempo se trenzan
Con honda lanzan la piedra del pensamiento
Ocultando las manos invisibles del azar
agitado del aliento que sale con dificultad del órgano que bombea el néctar con que suspiro.
Piensas, existes y te arqueas atrapado de mí
Te confundes con mi sí y con mi no
Alimento parásitos en tránsito por tu trémula cloaca
Y es todo carne y sebo, venas, tendones, arterias…
Exilio de toxinas necesario suicidio biológico:
matarlo todo para que nazca algo.
Sacrificio de paloma en vuelo suspendida
Cuando el mensajero más la esperaba
Seco y deshidratado en el diluvio eterno de un azaroso y punitivo tiempo
La bruma preña el ocaso en que se desvanece.
Yo te nombro.
De mi libro inédito: El zombie de las letras
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