Hoy me encontré un demonio...

Hoy me encontré un demonio en el camino.
Era uno distinto, llamativo como los anteriores, diverso tal vez.
Sonrío como los anteriores y me pidió que pusiera
En mi pecho su mano, cosa que no hice como con los anteriores.

Dijo que abriera mi corazón y yo sonreí: ya conocía ese viejo truco.

Hoy me encontré un demonio y no me habló de enfermedad venérea,
que al fin y al cabo es lo primero que pensamos cuando somos sensatos y dejamos atrás la bobería del amor.

No intentó conquistarme argumentando que me vería más hermosa
en un paisaje horizontal con vistas al techo. No fue convencional, no. Y sin embargo. En mi historia estaba todo dicho.

En sus pupilas vi el rostro lozano de una muchacha joven, alegre, entusiasta, enamorada, capaz de darlo todo por amor…
En el blanco de sus ojos percibí la misma mujer golpeada, triste y humillada… ¡resignada!

Hoy me encontré un demonio y me siguió pero yo ya no le tenía miedo.
Y tampoco lo necesitaba.
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