El Blog de Annet Cárdenas. Certera

El Juego de las Razas


Para mi infortunio, con cada día que pasa me voy convenciendo más y más de que a muy pocos en este mundo les gusta ser negros. Y en verdad no entiendo por qué, aunque si uno se pone a pensar, quizás podría ser por todas las discotecas, bares, lounges y clubes privados que bajo la premisa del “derecho de admisión”, se enzarzan en las más abyectas prácticas del racismo cotidiano, ése que nos salta a la cara en cualquier esquina, con aquella frase lapidaria de “Tenía que ser negro”, o más allá, la de “maldito negro”.
Pero así todo, no llego a entender plenamente la razón del rechazo.
A lo mejor podría ser la dificultad de encontrar empleo cuando al entregar el curriculum vitae, si se adjunta una foto con su sonriente cara morena, con toda probabilidad sus documentos pasen a ocupar el último lugar en la fila, si es que “infelizmente” no se traspapelan del todo.
O tal vez el rechazo se deba a la avalancha de publicidad de, con y para gente de raza blanca, que contrasta escandalosamente con la realidad étnica y racial de esta nación caribeña.
Porque estoy en contra de toda esa hipocresía social cuando colida con un discurso “correctísimo” de aceptación y tolerancia, es que le huyo a los recursos de los imprescindibles alisados o las dañinas cremas blanqueadoras, que todavía encuentran un amplio mercado de consumidores.
Y para quienes resulta insuficiente el alisado o la crema, siempre quedará el inefable y eficiente photoshop. Si quiere aparecer más claro, casi blanco en una foto de su preferencia, pues no tiene más que apretar varias veces una tecla de su computadora hasta alcanzar la tonalidad deseada para su piel.
Pero no lo entiendo, como tampoco comprendo por qué Ada Aimée de la Cruz, la orgullosa beldad morena que conquistara el cetro de Miss República Dominicana Universo 2009, y que injustamente -a mi entender- fue despojada de la tiara de la belleza universal, ahora aparezca en unas vallas gigantescas, casi irreconocible en las fotos con un tono rosáceo en la tez que en nada recuerda el color original de su piel.
http://acardenas.diariolibre.com/


Siempre cantaba a mis hermanitos, a mis niñas, a mis sobrinos La Negrita Cucurumbé que dice:

"Pero ¡válgame, mujer!
Si es que no ves
que bonita es tu carita
negrita Cucurumbé".

Y es que ella quería ser "blanca como la luna; como la espuma del ancho mar". Ada Aimée tal vez no quiere ser blanca y está contenta consigo misma, pero la industria, incluyendo la publicitaria, opina que la mayoría de mujeres negras aspiran a blanquear sus pieles. No es un fenómeno criollo. En España presencié en los supermercados de Torrejón de Ardoz, de negros para negros, cómo había marcas y marcas de cremas blanqueadoras. Realmente penoso.

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