Por tradición, por colorido, por imaginación, por inversión o financiamiento, porque sus trajes son extraordinarios, porque se han apoderado del término, porque es un despliegue de riqueza, porque le ponen el alma... el Carnaval de La Vega es un festival de color, imaginación y movimientos. Por primera vez, sin miedo a los vejigazos (que de niña en Santiago mi madre hacía mucho énfasis en ello: "no se vaya a divertir un diablo cojuelo dándole vejigazos a mi chinita"), pudimos contemplar la maravilla del despliegue de la alegría de un pueblo siguiendo su tradición. Un gran caos de colores y ruidos. Vendedores de cosas, el figureo... Me han dejado con la boca abierta este ser subterráneo, digno de la mejor película de ciencia ficción, porque no sé cómo pueden ver y respirar, y otro verdadero diablo que ya veremos. ¡Vaya sacrificio!
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