Por Virgilio López Azuán
LOS NIÑOS
Gracias a los niños que en mis sueños orinan mi verso,
a los que juegan y saltan inventando la alegría.
Gracias a esos “loquitos”, que ríen y mofan.
Gracias a los jodones, que saltan brincan y enamoran.
Con ellos corro los caminos tapiado de sonrisas.
Los llevo muy dentro, pedacitos de pan y alimento.
Cómo no amarles sus cuatro puntos cardinales:
el Norte de sus sueños,
el Sur de su infancia,
su Oeste vigoroso y
el Este de su esperanza.
Gracias a los niños que juegan en el parque,
en la calle y en los barrios.
Porque todos floretean en mis adentros,
hacen fiestas, tiran cantinas, matan hambres contenidas.
Gracias a los niños, ataviados de luz,
que se tiran en los pisos y me devuelven maravillas.
A ellos que tocan mis versos,
que los llenen de babas, de balbuceos, y lágrimas de leche.
Gracias a los niños que convertidos en mariposas
llenan de alas la tarde.
Gracias, angelitos, babitas del alma.
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