Hay muchas teorías sobre el dolor y la alegría. Yo sólo sé que me dieron a elegir y he pedido la vida. Aún en los momentos más desgarrantes, he vuelto el rostro al lugar de donde sale el Sol. Las separaciones duelen y una puede elegir entre sufrir sin aprender o convivir con el dolor adelantando sus resabios y sus melancolías.Si digo que la lloré durante años, no miento.
Si digo que he negado la muerte para salvarme, no miento.
Si digo que no hay imágenes de ella que laceren la alegría y el placer de los momentos vividos, me reafirmo.
De manera que una puede elegir: sufrir sin aprender o llevar en el alma a los seres queridos y llorar con lamentos, o reafirmar que la muerte sencillamente es un viaje a un país lejano que nos separa mas no rompe la comunicación con los que amamos pues los deja cercanos, propios, misteriosos y al igual que en vida: enamorados.
Elena Ramírez R. y José Enrique Trinidad, en un memorable viaje a Madrid donde reafirmamos la amistad.
En conclusión: nada ni nadie puede unir su sonrisa a la pérdida. Ella es y está. Lo digo yo.
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