El Restaurante fundado por mi sobrino Frank Eberle y su esposa Martha, que lleva el nombre de mi hermana Rosa, MEI GUI (se pronuncia meicuí), ya cumplió un año. Inaugurado el 8 del 8 del 2008, junto con las Olimpíadas de Beijing (no es casual, como tampoco lo es que tengo un calendario lunar aquí en mi blog). Durante todo este año se ha batallado contra la adversidad, los apagones, la falta de espacio, la falta de agua, la falta de servicios, la carencia de parqueos, la falta de educación, la inseguridad, los impuestos, las arbitrariedades... En recompensa, ellos, que no son santos, han recibido la gratificación de un público selecto, conocedor, afable, amable, amistoso, deseoso de nuevas experiencias, educado, solidario, encantador y dispuesto a disfrutar lo que la vida nos da para regalar a los sentidos. Yo que nunca tuve la extroversión de mi hermana, su don de gente, su capacidad de hacer amigos y mantenerlos, su disposición a la conversación y (lo voy a decir) el hedonismo rampante, me inclino ante su fortaleza. Con humildad, reconozco su capacidad de lucha y fuerza de voluntad. Una gran lección de cómo conseguir las cosas cuando se tiene claro qué se quiere y para dónde se va. ¡CHAPEAU, POCHY! ¡CHAPEAU FRANK Y FANFÁN! Mis más sinceros deseos de que Mei Gui sume muuuuchos años sirviendo la deliciosa comida asiática que lo caracteriza.
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