Le pregunté al poeta:
¿Son para mí tus versos?
Él hombre miró lejos,
a un sueño casi muerto...
"Sí... pero no.
La musa de mis versos
se amuchedumbra en voz...
eres tú... pero no.
Cuando te beso tiemblo
y cuantas me han besado renacen como flor;
saudades de otros tiempos recuerdan una cosa:
de quien ahora te ama, es la misma pasión."
¡Entonces, no me beses!
Le dije, caprichosa,
rechazando su boca, su caricia, su voz...
Él, triste miró al suelo,
muy hondo suspiró:
"Entonces, si me dejas:
¡para tí mi canción!"
© Leibi Ng.
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