Una cierta vocación hacia la inercia transforma la visión.
Socorren argumentos impotentes que anclan la idea.
Nuevo machismo asoma al nuevo hembrismo.
Por temor, se aferra a la seguridad el espíritu, confundiendo los tiempos.
Superficiales teclean ordenadores sin las terminaciones dactilares precisas.
Los ojos muestran el sentir de un alma que se divorcia de las palabras que escriben y pronuncian. En la web enmascaran acentos y eso mismo los descalifica
para aceptar la enorme sencillez del pueblo.
Todos no. No todos fingen.
Distanciarse en estudios y gobiernos para sembrar
teorías y decires que no cambian el mundo.
Se agigantan en sus chicas ideas percutidas.
Abrumados exaltan los conceptos como si escudos fuesen
pero van más desnudos que el rey del cuento que todos conocemos.
Empegotados en su vanidad, ciegos avanzan
hacia el cristal de la pecera que los aprisiona.
Así confunden la mujer en la red con la buscona.
Miopía que averguenza.
Cerebro troglodita, retorna a la caverna.
Los que se vanaglorian de sapiencia,
en el fondo, anhelan retornar al útero materno a toda prisa.
Buscan la oscura seguridad y así arremeten contra toda mujer urgiendo madres.
Alguna se confunde.
Pare hijos y acepta por sumisión, ceguera, conformismo...
un destino que obliga a criar perdedores.
Varones a quienes lavan, visten, organizan, impulsan a estudiar, a comer, a jugar, a gobernarlas. ¡Oh, círculo infinito!
Mañana el hombre que fue niño rogará
:
Madre amantísima,
lávame la culpa,
quítame la psicopatía que me inculcas.
Mantenme en esta inmadurez,
de ti depende.
Permíteme vivir seguro y libre bajo tu aprobación.
Suspéndeme en la fragancia de tu seno
y retórname al centro, al único y preciso hueco
en tu anatomía porque fuera de ti,
madre purísima, todas son y seguirán siendo putas.
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