Si no he sido capaz de inculcar en mis hijos los valores que me sostienen, soy un fracaso Ergo, esta es una sociedad fracasada.
La madre
(Víctor Manuel)
Nada que ver con la común historia
nadie me quiere y todas esas cosas.
Ella fregaba suelos, nunca se compró ropa,
por darle un buen colegio multiplicó las sobras.
Cuál sería el instante, quién le enseñó estas cosas
cuando probó la muerte y amaneció entre sombras.
Qué te puedo dar, que no me sufras,
qué te puedo dar, que no te hundas,
que no vea en tus ojos reflejos de cristal,
que me mata tu angustia, que me puede tu mal.
Qué te puedo dar.
Quiso ayudarle, sin saber ni cómo
y aunque no pudo, fue vendiendo todo.
Pero todo era poco para un saco sin fondo.
Un golpe a una farmacia, algún pequeño robo.
Ya de vuelta en la casa del hospital sabía
que más pronto que tarde la herida se abriría.
Con la prudencia que da la locura
buscó los datos, aclaró sus dudas.
Con un último esfuerzo, le compró la más pura
y al mirarle a los ojos, se le borró entre bruma.
Él creyó que soñaba en el fugaz instante
en que acabó su tiempo abrazado a la madre.
(1988)
1 Corintios 13:1 Si yo hablo en lenguas de hombres y de ángeles, pero no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena o un címbalo que retiñe. 2 Si tengo profecía y entiendo todos los misterios y todo conocimiento; y si tengo toda la fe, de tal manera que traslade los montes, pero no tengo amor, nada soy. 3 Si reparto todos mis bienes, y si entrego mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve. 4 El amor tiene paciencia y es bondadoso. El amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante. 5 No es indecoroso, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal. 6 No se goza de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
(Víctor Manuel)
Nada que ver con la común historia
nadie me quiere y todas esas cosas.
Ella fregaba suelos, nunca se compró ropa,
por darle un buen colegio multiplicó las sobras.
Cuál sería el instante, quién le enseñó estas cosas
cuando probó la muerte y amaneció entre sombras.
Qué te puedo dar, que no me sufras,
qué te puedo dar, que no te hundas,
que no vea en tus ojos reflejos de cristal,
que me mata tu angustia, que me puede tu mal.
Qué te puedo dar.
Quiso ayudarle, sin saber ni cómo
y aunque no pudo, fue vendiendo todo.
Pero todo era poco para un saco sin fondo.
Un golpe a una farmacia, algún pequeño robo.
Ya de vuelta en la casa del hospital sabía
que más pronto que tarde la herida se abriría.
Con la prudencia que da la locura
buscó los datos, aclaró sus dudas.
Con un último esfuerzo, le compró la más pura
y al mirarle a los ojos, se le borró entre bruma.
Él creyó que soñaba en el fugaz instante
en que acabó su tiempo abrazado a la madre.
(1988)
1 Corintios 13:1 Si yo hablo en lenguas de hombres y de ángeles, pero no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena o un címbalo que retiñe. 2 Si tengo profecía y entiendo todos los misterios y todo conocimiento; y si tengo toda la fe, de tal manera que traslade los montes, pero no tengo amor, nada soy. 3 Si reparto todos mis bienes, y si entrego mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve. 4 El amor tiene paciencia y es bondadoso. El amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante. 5 No es indecoroso, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal. 6 No se goza de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
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