Confieso que no identifico a todos los mencionados, pero creo que es tiempo de repartir la responsabilidad de gobernar y dejar de culpar al presidente de todo cuanto pasa. Al opinar así, se está reforzando la idea de que vivimos bajo el autoritarismo y no bajo un sistema democrático regido por tres poderes y una sociedad que tiene la boca muy bien puesta como lo subraya el hecho de que tenemos la libertad de decir lo que queremos cuando queremos, y hay más formadores de opinión pública que escuelas.
Acabemos de una vez por todas con el endiosamiento del Poder Ejecutivo. El Presidente ejecuta porque el Senado y la Cámara de Diputados asienten, ¿o no es así?
Escrito por: ORION MEJIA
Club del Amargue
Hace tiempo que aquí opera un Club del Amargue, con membresía proveniente de los ámbitos político, académico, mediático y empresarial, dedicado principalmente a difundir el presagio de una catástrofe económica, social y política como castigo a un pueblo que ha incurrido tres veces en el error de encomendar al doctor Leonel Fernández la tarea de dirigir los destinos nacionales.
Ese club opera como muro de lamentaciones y peña de resabios, donde todos los días se anuncia el final de los tiempos y se advierte sobre el fracaso de todos los proyectos que emprenda el Gobierno porque una especie de maldición divina impide que los dominicanos emulen al Lázaro bíblico.
En los últimos cinco años, directivos de ese Club del Amargue han estado muy activos en la tarea, no solo de vaticinar la muerte en la víspera, sino también en culpar al presidente Fernández de todas las pestes que han asolado a la humanidad, al grado tal que Lilí, Trujillo, Balaguer son algo así como querubines ante los pecados que le atribuyen al mandatario.
La mayoría de los miembros del número de tan singular institución fueron funcionarios de primera línea o beneficiarios del gobierno anterior, como aquel canciller que no retornó al exilio en París al conocer que República Dominicana mandó tropas a pelear en Irak
Es el caso del filólogo y el lingüista, otrora diletante de la Secretaría de Cultura, que improvisa textos y tesis de política, historia, filosofía y literatura con el sacrosanto propósito de vomitar sus frustraciones en la chaqueta presidencial.
La pareja de Chicago boys, que durante los tiempos del cólera se guareció en el piso 10 del Banco Central desde donde monitoreó el derrumbe de la banca y de la economía, es ahora un dúo de pitonisas de un delirante holocausto que anuncian cada noche, incluidos el de la fiesta de guardar.
Aún convertido en ánima del Purgatorio, el amargado historiador seguirá con su eructo de odios hacia ese aventajado alumno de la escuela de derecho de la UASD, que sin pasar a por los títulos de Rector Magnífico, presidente de la Cámara de Diputados ni ministro de exterior, alcanzó el solio presidencial, al que retornó por voluntad popular en otras dos ocasiones.
La primera línea del Metro fue un atrevimiento que enloqueció a la logia de la amargura, pero ese moderno sistema de transporte se inaugurará antes de que cante el gallo sin que la nación haya sucumbido en el intento como auguraron esos tenedores de fracasos y frustraciones. Ahora el muchacho anuncia una segunda línea y un tren a Santiago, lo que obligará a aumentar la dosis de aflicción de tan selecta corte.
Del lado empresarial mucho se habla del fracaso del sector eléctrico y se llega a decir que la administración del villajuanense no ha agregado ni un megavatio al sistema, pero se omite decir que esa tarea fue consignada un sector privado que no invierte un centavo en aumentar la producción, aunque es el único interviniente que obtiene altísima rentabilidad gracias a contratos leoninos o viles armados en gobiernos anteriores. En ese club del amargue se censura al Presidente porque frente a la crisis financiera global ha intentado levantar la autoestima nacional, al proclamar que la economía dominicana está en capacidad de resistir a ese huracán, cuestión que la cofradía cree imposible.
Resulta, sin embargo, que pese al difícil entorno internacional, la economía crecerá este año por encima de la media de América Latina, la inflación será de menos de dos dígitos, se reducirá el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos y se ha diseñado un Presupuesto Nacional equilibrado.
En vez de bajar, se proyecta un incremento moderado en remesas y turismo y un aumento sustancial en la inversión extranjera, por lo que es grato para los dominicanos, muy a pesar de los lúgubres augurios que se difunden en el Club del Amargue, nadie de morirá en la víspera.
La República no está tan bien como se pregona en el lado oficial, pero ni tan mal como proclaman quienes desperdician talento y tiempo en producir acíbar de odio y freírse en aceite de frustración y fracaso