PADRES, PADRES, PADRES y MÁS QUE PADRES

ALBA BUSTAMANTE y SEBASTIAN COBO. Tuve el placer de conocerlos, de compartir con ellos y sentir su cariño y gran bondad. Una familia española auténtica y feliz, con dos hijas propias y una adorable pequeña que buscaron entre personas menos afortunadas. Si todo el mundo imitara esta acción, la raza humana sonreiría a plenitud. Reproduzco la entrevista que le hiciera un diario de Guadalara, su provincia para ayudar a difundir la bondad y generosidad de esta pareja que por atracción merecen que a sus vidas sólo y únicamente lleguen bendiciones, prosperidad y todo el amor del universo. Así sea.

"EN ESTA VIDA, HAY QUE SER GENEROSO Y AYUDAR A QUIEN LO NECESITA"
Alba Bustamante y Sebastián Cobo son padres de acogida de menores con algún tipo de problema en su familia biológica.
(Entrevisa realizada por la periodista Laura Rincón en La Colmena)
Un niño de acogida es como los biológicos. Nadie garantiza que tus hijos van a ser perfectos, un niño de acogida necesita, igual que todos, cariño, amor y una familia" afirman convencidos Alba Bustamante y Sebastián Cobo. Llevan unos 7 años acogiendo niños en su casa. Su primer acogimiento, una niña de nueve años, estuvo 15 meses con ellos. Ahora tienen otra niña que llegó a su casa cuando tenía 20 meses y ya tiene seis años.
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No iba a ser un acogimiento permanente, pero tras un tiempo con ellos, Servicios Sociales consideró que la familia biológica no podría resolver su situación y les propusieron formalizar una acogida permanente. “Cuando decidimos hacer esto, no pensábamos en una acogida permanente –hasta los 18 meses-, pero no pudimos negarnos, ella es ya una más de la familia” dicen sonriendo.

Cuando comunicaron a su entorno la decisión, fue como “si dijeras que vas a dar la vuelta al mundo en bicicleta” apunta Alba y añade “porque es algo que no hace mucha gente”. Sebas explica que tomaron la decisión en familia. “Se lo propusimos a nuestras hijas y les pareció estupendo porque como ya habían vivido la experiencia de acoger a niñas bielorrusas durante el verano, les encantó la idea” recuerda Alba y añade “les dijimos que serían niños que no se quedarían, que lo necesitaban y contestaron “sí, sí, que vengan cuanto antes”, no pusieron ninguna pega”. Es más, se dieron cuenta de que los niños ven todo de una manera más natural, “más simple que los adultos, que somos quienes nos empeñamos en complicar las cosas” dice Alba.

ORGULLOSOS DE SU FAMILIA

Sebas y ella manifestaron estar muy orgullosos de su familia, “Nuestras hijas, padres, hermanos y nuestros amigos son los mejores, por cómo se involucran” afirman vehementes. Sebas señala que, después de estos años, sobre todo, con el segundo acogimiento, “es ya una más de la familia, una nieta más, una sobrina más…” En este punto, Alba reivindica el papel de los tíos de acogida. “Mi hermana me dice que lo recuerde, porque ella es tía de acogida y hace su labor. Al final, acogemos toda la familia” y sonríen.

Respecto a los amigos, Sebas expone que, en general lo entienden, pero añade algo triste que han perdido amistades por ser padres de acogedores. Pero también, se da el caso contrario: “después de ver cómo es, algunos amigos han decidido acoger también”. Reconocen que la primera noticia causó impacto. Les preguntaban: “Para qué acoges niños, si ya tienes tus propios hijos?, ¿No les coges cariño? ¿Y cuando se van…? La respuesta valiente de Sebastián siempre es: Si uno tiene miedo, no se casaría, no tendría hijos… La vida está llena de despedidas, pero es natural y lo tienes que aceptar”.

Cuando un niño puede retornar con su familia biológica, los padres acogedores sienten la pérdida, pero Alba dice convencida “en esta vida hay que ser generosos y dejar de pensar en tus sentimientos para pensar en esos niños que necesitan una familia. Tenemos mucho que ofrecerles”.

SOBRE TODO, CARIÑO

Sebas completa esta idea explicando que hay muchos menores desprotegidos en España y que, ante la disyuntiva de que el menor esté en un centro o en una familia, todo el mundo piensa que mejor en familia. “Para que eso sea posible, tiene que haber familias que estén dispuestas a dar su corazón, su propia familia, sus límites, sus regañinas, sus peleas con los hermanos, sus normas, su amor, su educación, sus premios, sus Reyes, sus cumpleaños… Ha de haber familias que estén dispuestas” termina de explicar Alba. El matrimonio habla con pasión de sus tres hijas –dos biológicas y la que tienen acogida- y de las bondades del acogimiento.

“Nos decidimos a acoger porque nuestros vecinos eran padres de acogida, conocimos el recurso y queríamos hacer algo por mejorar el mundo”. Antes de apuntarse a este servicio de la Junta, participaron en el programa de acogida a niños afectados por la nuclear de Chernobyl. “Pensamos si somos capaces de acoger unos meses a niñas de fuera que lo necesitan, por qué no hacerlo con niños españoles”, apunta Alba.

“Los niños de acogida –explica Alba- llevan una “maleta” –metáfora de problemas- y con cariño y paciencia se pueden solucionar”. Y Sebas completa “en cualquier caso, no estamos solos, la Administración nos ayuda mucho, si necesitas un logopeda, un psicólogo o lo que sea, ellos te lo proporcionan”. Además, inciden en que el menor acogido da más a la familia que acoge de lo que recibe. “Obtienes sonrisas, miradas de cariño, agradecimiento, que te digan qué guapa está esta niña… Todo eso no se paga con dinero” manifiestan emocionados.

Los niños de acogida requieren mucho cariño, atención. “Te vuelcas con el menor hasta que lo sacas a flote. Tú no te das cuenta de que ha cambiado, pero te lo dicen los amigos, pasa de ser una planta mustia a ser otra preciosa, con flores… Eso te llena de orgullo, de satisfacción, eso no te lo quita nadie ni al menor ni a ti. Te sientes muy orgulloso cuando ves al menor sonriendo, integrado y cuando vas de vacaciones y te dicen “hay que ver lo que se parece a ti”, es increíble” dice este matrimonio completándose las frases. Además, cuando el menor se va, “te llama a tu casa y te dice que te echa de menos, cómo le va el cole. Cuando nos llama la niña que estuvo con nosotros, nos emociona. Al fin estás modelando un ser humano. Si el menor vuelve con su familia biológica, ha conocido otro modelo de vida” dice Sebas y Alba añade: “imagina, el hijo de una familia maltratadota puede pensar que eso es lo normal, pero si lo sacas de ese entorno y le muestras otras referencias, pues le amplías su punto de vista, ven otro modelo de familia y se dan cuenta de que hay otra forma de vivir, tendrá otra oportunidad en la vida”.

Reconocen que cuando alguien hace algo por un motivo altruista, llama la atención, pero no son únicos. “En las jornadas de padres acogedores ves gente que ha acogido en un año 8 bebés que han sido abandonados o encontrados en la basura como vemos en la tele” dice Sebas. “O algunos más mayorcitos” señala Alba, y añade “piensas ´podría hacer algo más´por eso, ahora, nos hemos apuntado para ser padres de acogimiento de urgencia”.

Todo un ejemplo.

LA OPINIÓN DE LOS NIÑOS

ALBA y SEBAS tienen dos hijas de 16 y 9 años. Reconocen que el primer acogimiento fue un poco más duro. Su hija mayor, en una carta en la que explica qué es para ella una familia de acogida, también reconoce que hay situaciones “de estrés, gritos, tensión…”, pero dice convencida que “es una experiencia satisfactoria y positiva” porque “una vez que el menor se ha ido recuerdas el tiempo que estuvo en casa y siempre aparecen buenos momentos, alegrías, risas y los instantes en que lo pasaron mal se olvidan”. La hermana mayor reconoce que “con un acogimiento aprendes a compartir y a querer a alguien que viene de fuera y que es desconocido como si fuera tu hermano/a. Estás ayudando a familias que tienen problemas a superar esas dificultades, dándole el cariño que necesita, una familia”.

Su hermana menor, autora del dibujo, dice convencida: “A mí me gusta el acogimiento familiar”. Añade que vivir con un niño de acogida no es raro porque “yo le trato como si fuera mi hermano de verdad. Cuando vienen, les dejo mis juguetes y, si hace falta, también la ropa. Cuado se van, como les cojo cariño, me pongo a llorar, pero no pasa nada porque luego vienen más y les dejaré otra vez mis cosas”. Una de las frases más emocionantes de esta niña de 9 años es “si yo fuera un niño como los de acogida, me gustaría estar en una familia y tener amigos, padres, hermanos, porque para mí y todos los niños es mejor estar en una familia de verdad en vez de un centro. Yo pienso, desde que acojo niños, que tenemos mucha suerte de tener una familia y no vivir en un centro” concluye la pequeña.

Alba y Sebas explican que educan a todos los niños por igual. “Te vuelcas más en quien necesita más ayuda, pero el amor de los padres es infinito, aunque venga un niño que necesita más atención porque tenga carencias eso no significa que tu amor se agote” dice Alba y Sebas completa “nosotros educamos al menor de acogida exactamente igual que a nuestras hijas, no es una situación excepcional”.

“Nuestras hijas desde el primer momento se involucraron por completo. Les estás enseñando a compartir, solidaridad” dice Sebas y más aún “los niños dan por hecho que tienen un padre y una madre que se ocupan de ellos, que pueden ir al colegio… pero esto les muestra que no todo el mundo cuenta con esas cosas y aprenden a valorar lo que tienen. Para nuestras hijas, ha sido muy positivo el acogimiento” concluyen.

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