CUBA (Y HAITÍ) NECESITAN DE NOSOTROS

Bob DYLAN: “The Times They Are A-Changin’”
Escuché sin querer comentarios de que con lo mal que está la República Dominicana vamos a ayudar a Haití y a Cuba, menospreciando nuestra posición de privilegio. Estamos tan, pero que tan acostumbrados a "lamber" que no entra en la cabeza vulgar que toda la naturaleza es un intercambio de dones y esto mismo ocurre en la sociedad. Una cosa es asistir a un pueblo hermano en momentos de necesidad y otra cosa es dar limosna que fomente el parasitismo. Al final no sé si fue Gandhi quien dijo: "Aquel que retiene lo que no necesita, es un LADRÓN". Es un miserable quien reclama "sus impuestos" frente a la desgracia humana. LNG

A continuación un artículo del Dr. Marcio Veloz Maggiolo publicado en el Listín Diario:

Jueves 18 de Septiembre del 2008, actualizado 4:08 AM

Marcio Veloz Maggiolo - 9/18/2008

Pesa mucho saber que en Cuba el huracán y la gente magullada por su violencia incita a los poderosos al chantaje y a poner un precio político a la tragedia. Me es triste entender que por encima del dolor haya gobiernos de países como el de Estados Unidos de América que miden la muerte en función de la ideología que tienen los supervivientes de la tragedia.

Me siento al aparato de escribir que hoy llaman computadora, ordenador, pero que no sé cómo se llamará mañana, para comentar la noticia. Es una noticia de farmacología dosificada, de maldad a punta de bota, una noticia cuajada de solitaria tragedia sin culpabilidades personales: seréis castigados por haber sobrevivido y luchado contra la potencia mayor, y eso es imperdonable. Os daremos, si queréis, una limosna.

Ike, que tiene nombre de presidente militar, catapulta una decisión con nombre de tropa y retorna a la guerra moral deshumanizada. Porque negar a los cubanos, -como lo ha hecho un importante ministro del gobierno de Bush- el levantamiento de sanciones por un mínimo tiempo para la mejoría de numerosas gentes empantanadas en la desesperanza en este momento, y sin recursos para salvar vidas de niños y ancianos condenados por una odiosa política, parece más a un proceso de exterminio que a una posición ideológica.

Ningún levantamiento de sanciones, y además, de yapa, cien mil dólares de regalo para subvencionar no se sabe qué situaciones, resuelven los ingentes efectos de la tragedia. Los millones de cubanos que observan la indolente acción del Secretario de Agricultura de Estados Unidos y de los que, dado el factor político creen que un huracán puede derrocar al gobierno de aquel país, deben quizá pensar dolorosamente de que dentro del ganado humano que puede desaparecer por las razones que ellos mismos apoyan hay familiares que sufren la política indolente con la que se tropiezan, animando su angustia de ser y no ser.

Pero muchos países con República Dominicana entre ellos, están respondiendo en un momento en el cual la hermandad está por encima de todo, y el bien es la única fórmula de convertir la acción humana en hecho tan positivo como el sentido de vivir. Es la reciprocidad que se manifestó en el Santo Domingo del huracán David, cuando no sólo comida, medicinas y hospitales cubrieron nuestros campos, sino que el propio Ministerio de Educación Superior de Cuba, Fernando Vecino Alegret, vino personalmente a darnos la mano y a insuflarnos el ánimo que necesitábamos.

Cuba y Puerto Rico son de un Pájaro las dos Alas, lo dijo el poeta; nuestra isla, incluyendo la hermano pueblo de Haití, actualmente recibiendo nuestro respaldo y ayuda, es el centro del pecho abierto de ese pájaro antillano de universal plumaje, que Hostos y De Diego amaron con pasión y que Betances, de la mano de los héroes de la unidad caribeña, proclamó como tierra de unidades.

Lamentamos mucho que a un país en medio del desastre se le pongan condiciones para recuperar la mejoría para sus gentes, cuyo maltrato es una especie de venganza “correctiva”, de modelo del uso de los elementos de la naturaleza convertidos en aliados del poder de los que se creen gobernar con la anuencia maligna de los dioses.

Quizá en nuestras actuales condiciones estemos más para que nos ayuden, que para ayudar. Pero cuando la tragedia toca a muchos, porque crece como la hiedra, ver en los demás lo que está pasando en nosotros mismos es muestra de grandeza humana y de ausencia de egoísmo.

Lo que ha hecho el gobierno dominicano dando a Haití y a Cuba parte de lo que le corresponde, para repartirlo en tareas de hermandad común, merece elogio y reconocimiento. Es el nivel de grandeza al que debe acudir el ser humano cuando ve a sus hermanos naufragar.

Muchos están felicitando a Leonel Fernández por sus gestos generosos, y por su sentido amplio de apertura y de responsabilidad social. Son muchos sus afanes y los que ven en su obra coherencia frente al sufrimiento del otro. En estos momentos aciagos para tantos antillanos, vale más la mano en el hombro que la crítica y las acechanzas que no llevan a nada, ni resuelven los graves problemas nacidos no de la política, sino del impredecible universo que nos rodea y tiene su propio idioma de tragedia.

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