Alcalá de Henares en día de elecciones

Confieso que la extraño. Extraño el orden, el "silencio" (en comparación con esta contaminación ambiental que nos hace ser protagonistas a como de lugar: mírenme, mírenme).
Extraño las aceras por donde caminar leyendo El País, sin miedo a meter la pata en un hoyo, charco o tropezar con un paloelú;
Extraño las ofertas de los diarios (me simporta si eran de derechas o de izquierda: yo quiero esa peli, ese libro, esa colección...);
Extraño los pasos cebra en los que los carros se detienen para que tú pases (todavía no lo puedo creer);
Extraño salir a echar la basura supuestamente a unas horas determinadas so pena de que el vecino te denuncie o te eche un boche;
Extraño los contenedores de basura azul, amarillo y verde, etc.;
disfrutar del anonimato total y absoluto porque la educación enseña a no mirar descaradamente y a ser indiferentes, pues cada quien anda en lo suyo...
Extraño la legía (¿seré mazoquista?) que de verdad blanquea y no esta cosa que amarillea la ropa blanca;
Extraño a mis vecinas entregadas a las tareas de educar, alimentar y nutrir en todos los sentidos a sus hijos y a sus maridos, relegando a otra vida sus propias necesidades;
Extraño hasta a aquella andaluza que dijo que cocinaba, se mantenía bien arreglada y no sé qué más "porque a los hombres les gusta";

Extraño las pequeñas tormentas de las reuniones de vecinos (sólo fui dos veces, pero me enteraba hasta de la pelirroja que se puso a tomar el sol en bikini: los hombres aprobaban, las mujeres condenaban), "problemas" que no lo eran para mi mente subdesarrollada;
Extraño hasta la siesta y a mi amiga profesional que fue capaz de decirme cuando le toqué el timbre: "Ahora estoy ocupada y no te puedo atender". Entonces no tenía consulta. Yo en cambio, dejaba que se me quemara la comida con tal de no decirle semejante cosa;

Hoy me han dicho "fundamentalista" porque he defendido el derecho de una perra a escapar de la tormenta, porque hace meses que no se baña, porque, me argumentan, y no dejan de tener razón "está lloviendo y sería inútil desparasitarla, porque los perros tienen que oler a perro" y yo no lo entiendo del todo, porque como humana =mitad ángel+mitad bestia, si dejara que saliesen mis olores ¡ay!...

Acepto que soy fundamentalista. No en vano pasé por la iglesia bautixta, mis mejores amigas son metodistas, aunque hay una o dos metafísicas; me encanta el rito de la misa católica y el espíritu de las catedrales, respeto a los sacerdotes y defiendo a los pastores protestantes en tanto no prueben su falta de decoro (todavía admiro a uno que tenía el don de la oratoria); compro las revista de los Testigos de Jehová; me parecen buenísimas las publicaciones de los Adventitas del Séptimo día (tengo amigos íntegros ahí); recuerdo con cariño a una persona pentecostal; adoro los cuentos sufíes, la filosofía zhen y tengo una reproducción de la diosa de la misericordia: Guan-yin; tengo una linda anécdota sobre las figuras éróticas de los templos hindúes; dejo entrar por mis ojos un mundo diverso, plural, universal que me apasiona, me asquea, me encandila, me mata y me da vida.

Tengan cuidado conmigo. Condeno y juzgo. Opino y tengo ideas. Lo que es peor: las pongo en práctica. Ahora entiendo por qué no se puede vivir conmigo. ME HE CREÍDO A PIES JUNTILLAS QUE SOY UN SER HUMANO Y TENGO DERECHOS Y DEBERES. Sobre todo, he aprendido con el tiempo a decir lo que pienso. Soy una verdadera terrorista.
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