A estas alturas, es difícil tener santos de nuestra devoción. Cuando expresamos admiración, apenas simpatías por algo o alguien, nunca falta el conocedor o informada de turno que nos baja los entusiasmos.
A mi me repatinan los deportes. Siempre me jorobó el despliegue de medios (casi medio diario hablando de éso), pero me chiflan las manifestaciones multitudinarias. Es lo más cercano a "El pueblo unido, jamás será vencido", que me ha dejado disfrutar la vida. Asì que brinqué en España por España cuando ganò al fútbol, y cuando ganan al tenis, y cuando ganan sus ciclistas. Y también brinco cuando los dominicanos suben un peldaño, batean un jonrón=home run, o levantan unas inmensas pesas que me ponen el estómago chiquitito. Me parte el alma saber que un deportista de éxito gana estrepitosamente más que un científico. No es justo. Tampoco lo es que las figuras de la farándula obtengan desproporcionadas ganancias en comparación con profesores, catedráticos, humanistas... en general, personas que dedican su vida a servir a los demás, a enriquecer a los demás con el conocimiento.
Ahora es China este ocho, del ocho, del dosmilocho, desde las ocho, se inician los juegos Olímpicos en China. Mucho se ha hablado del asunto tibetano. Y no se tapa el sol con un dedo. No me ciego. Simplemente, pienso que los atletas no tienen la culpa y si el mundo ha sido "flexible" en otros eventos, con otros países (todos tienen cola que pisarles), sugiero que dejen pasar los juegos en paz y que después continúe el debate. Ahora, dejemos que ganen los mejores en buena lid. Esto, de ninguna manera disminuye mis simpatias por el Dalai Lama. Yo sólo quiero paz.
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