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No es país para inmigrantes
Viernes 1ro de agosto de 2008.
Texto: Julio CastroIlustración: Mario Natangelo
Mal van las cosas y mal las ven desde otros lugares. Ahora vuelve la pelota que estaba en el tejado de los italianos… y no es la del europeo de fútbol, sino la que se lanzó desde aquí sobre Berlusconi a propósito de la emigración/inmigración, la discriminación, el trato racista, y estas lindezas que vienen ocurriendo en Italia desde hace un tiempo y, en la Unión Europea, casi a la vez.
Por eso no es de extrañar que la gente de la calle se dé perfecta cuenta de la hipocresía de los distintos Estados a la hora de plantear la política y, sobre todo, a la hora de ver la paja en el ojo ajeno, pero no darse cuenta de la viga en el propio. Es que la gente no es idiota profunda (en general, digo, que particularidades hay muchas y, Pparticularidades más).
Pues bien, ahora resulta que la famosa directiva apoyada por los partidos mayoritarios “es pero no es”, “vendrá pero no vendrá” y “se aplicará pero no se aplicará” en España. Y claro, lo que no puede ser es que el mismo partido que critica duramente la política de un fascista como Berlusconi (y eso me parece bien), ahora pretenda que miremos a otro lado y no pensemos que ha votado a favor de semejante monstruosidad.
Pero hay más, porque todos y todas somos capaces de recordar la miserable política en materia de inmigración que aplicó el gobierno de Aznar y que defendió después el sucesor Mariano. Pues resulta que ahora, intentar echar a los inmigrantes, dándoles una limosna para que se vayan cuando hay crisis y obligándoles a permanecer alejados durante años, no parece mal (a quienes legislan, claro).
Sin embargo debemos recordar también que estos mismos inmigrantes son los que se han deslomado en nuestro “tajo”, en la construcción, en el campo, en las tareas domésticas, cuando había que trabajar a toda mecha, cuando había que acabar esa M-30 madrileña para las elecciones, o la conexión ferroviaria del “tubo de la risa”, o las infraestructuras de la Expo de Zaragoza, o las casas que los mismos Gobiernos permitieron que sirvieran para especular, a los ladrones que ahora se largan con la pasta y piden ayudas. Son los mismos que en El Egido fueron tratados como sabemos, en condiciones infrahumanas. Que han hecho las labores duras del campo, porque nosotros, yuppies de pro y con boina calada, considerábamos que no eran tareas dignas de nosotros, Europedos.
Y claro, ahora vuelve la pedrada desde el otro lado del mar (no del otro lado del océano, sino del Nostrum) y así nos lo refleja el dibujante Mario Natangelo que, bajo el título “No es país para inmigrantes”, nos pone la realidad que devuelve el espejo. Si en EEUU triunfaba en los Oscar de la Academia un “No coutry for old men”, basado en un libro mucho más crítico que la versión del propio celuloide, lo cual, entre luces y alfombras rojas parece una incongruencia, aquí triunfa la voluntad de expulsión pintada de doradas cenefas que prometen trasladar a nuestra legislación la directiva comunitaria, denominada “de la vergüenza”, cual trozo de mierda envuelto en papel de plata.
Así, cuando llamamos racista, o xenófobo, o sencillamente, fascista al duce por lo que hace con los inmigrantes, por cómo viene acosando a los rumanos por el hecho de ser extranjeros (¿no eran europeos? ¿no habían allanado las fronteras?) y, peor aún, extranjeros, ¿no seremos conscientes de lo que aquí se hace? Ah, pero aquí se adorna con una limosna y con el beneplácito del partido de la derecha: los que montaron su emporio Aznar-Agag-Berlusconiano, por la vía del matrimonio de la “princesa Ana de Moncloa” con el que llevaba el maletín del “jefe” fastos imperiales en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Porque, realmente, ni Aznar ni Berlusconi querían ser reyes, sino emperadores de línea dinástica.
En el camino encontraron un par de escollos, pero Berlusconi ya ha superado uno… el de aquí será más complejo, ya que la alternancia de poder ha querido que se mimetice poco a poco la política de aquellos, entonces ¿qué le quedará por hacer a Mariano?
Me gustaría que con nuestro dinero, el del Estado que es de todos, no se pagara la expulsión y limosna a los inmigrantes (vengan de donde vengan y vayan donde vayan), con nuestro dinero, el de nuestro Estado, se debería hacer política social de verdad, que socialismo tiene raíz en eso y se les olvidó cuando renunciaron a Marx. Con ese dinero y con la voluntad de un Gobierno se debe estar con el pueblo y no con las instituciones: y mucho menos con aquellos que emulan el regreso del fascismo. Si es que solamente lo emulan.
Entretanto, el Oscar tiene su maletón de cartón parcheado, su atillo de viaje y aguarda, cruzado de brazos, el paso del tren que le lleve a trabajar laborar campos, deslomarse en otras carreteras, levantar otros edificios, porque en buena parte de nuestra Europa de los Gobiernos, sólo se les quiere como esclavos de las colonias. Finalmente, resultará que sí hay imperio.
No es país para inmigrantes
Viernes 1ro de agosto de 2008.
Texto: Julio CastroIlustración: Mario Natangelo
Mal van las cosas y mal las ven desde otros lugares. Ahora vuelve la pelota que estaba en el tejado de los italianos… y no es la del europeo de fútbol, sino la que se lanzó desde aquí sobre Berlusconi a propósito de la emigración/inmigración, la discriminación, el trato racista, y estas lindezas que vienen ocurriendo en Italia desde hace un tiempo y, en la Unión Europea, casi a la vez.
Por eso no es de extrañar que la gente de la calle se dé perfecta cuenta de la hipocresía de los distintos Estados a la hora de plantear la política y, sobre todo, a la hora de ver la paja en el ojo ajeno, pero no darse cuenta de la viga en el propio. Es que la gente no es idiota profunda (en general, digo, que particularidades hay muchas y, Pparticularidades más).
Pues bien, ahora resulta que la famosa directiva apoyada por los partidos mayoritarios “es pero no es”, “vendrá pero no vendrá” y “se aplicará pero no se aplicará” en España. Y claro, lo que no puede ser es que el mismo partido que critica duramente la política de un fascista como Berlusconi (y eso me parece bien), ahora pretenda que miremos a otro lado y no pensemos que ha votado a favor de semejante monstruosidad.
Pero hay más, porque todos y todas somos capaces de recordar la miserable política en materia de inmigración que aplicó el gobierno de Aznar y que defendió después el sucesor Mariano. Pues resulta que ahora, intentar echar a los inmigrantes, dándoles una limosna para que se vayan cuando hay crisis y obligándoles a permanecer alejados durante años, no parece mal (a quienes legislan, claro).
Sin embargo debemos recordar también que estos mismos inmigrantes son los que se han deslomado en nuestro “tajo”, en la construcción, en el campo, en las tareas domésticas, cuando había que trabajar a toda mecha, cuando había que acabar esa M-30 madrileña para las elecciones, o la conexión ferroviaria del “tubo de la risa”, o las infraestructuras de la Expo de Zaragoza, o las casas que los mismos Gobiernos permitieron que sirvieran para especular, a los ladrones que ahora se largan con la pasta y piden ayudas. Son los mismos que en El Egido fueron tratados como sabemos, en condiciones infrahumanas. Que han hecho las labores duras del campo, porque nosotros, yuppies de pro y con boina calada, considerábamos que no eran tareas dignas de nosotros, Europedos.
Y claro, ahora vuelve la pedrada desde el otro lado del mar (no del otro lado del océano, sino del Nostrum) y así nos lo refleja el dibujante Mario Natangelo que, bajo el título “No es país para inmigrantes”, nos pone la realidad que devuelve el espejo. Si en EEUU triunfaba en los Oscar de la Academia un “No coutry for old men”, basado en un libro mucho más crítico que la versión del propio celuloide, lo cual, entre luces y alfombras rojas parece una incongruencia, aquí triunfa la voluntad de expulsión pintada de doradas cenefas que prometen trasladar a nuestra legislación la directiva comunitaria, denominada “de la vergüenza”, cual trozo de mierda envuelto en papel de plata.
Así, cuando llamamos racista, o xenófobo, o sencillamente, fascista al duce por lo que hace con los inmigrantes, por cómo viene acosando a los rumanos por el hecho de ser extranjeros (¿no eran europeos? ¿no habían allanado las fronteras?) y, peor aún, extranjeros, ¿no seremos conscientes de lo que aquí se hace? Ah, pero aquí se adorna con una limosna y con el beneplácito del partido de la derecha: los que montaron su emporio Aznar-Agag-Berlusconiano, por la vía del matrimonio de la “princesa Ana de Moncloa” con el que llevaba el maletín del “jefe” fastos imperiales en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Porque, realmente, ni Aznar ni Berlusconi querían ser reyes, sino emperadores de línea dinástica.
En el camino encontraron un par de escollos, pero Berlusconi ya ha superado uno… el de aquí será más complejo, ya que la alternancia de poder ha querido que se mimetice poco a poco la política de aquellos, entonces ¿qué le quedará por hacer a Mariano?
Me gustaría que con nuestro dinero, el del Estado que es de todos, no se pagara la expulsión y limosna a los inmigrantes (vengan de donde vengan y vayan donde vayan), con nuestro dinero, el de nuestro Estado, se debería hacer política social de verdad, que socialismo tiene raíz en eso y se les olvidó cuando renunciaron a Marx. Con ese dinero y con la voluntad de un Gobierno se debe estar con el pueblo y no con las instituciones: y mucho menos con aquellos que emulan el regreso del fascismo. Si es que solamente lo emulan.
Entretanto, el Oscar tiene su maletón de cartón parcheado, su atillo de viaje y aguarda, cruzado de brazos, el paso del tren que le lleve a trabajar laborar campos, deslomarse en otras carreteras, levantar otros edificios, porque en buena parte de nuestra Europa de los Gobiernos, sólo se les quiere como esclavos de las colonias. Finalmente, resultará que sí hay imperio.
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