Eladia, la Abuela Chica. |
“Cloruro de sodio, células primarias, … polvos de la luna, … origen y génesis, amor en mitad”, al conjuro de algunas de las palabras mágicas que tomo prestadas a mi amiga Leibi, encuentro yo el principio de lo que quiero esta prima noche de septiembre, compartir con ustedes.
Ciertamente, Agua de sal es una sorpresa distinta, un singular universo imaginario de agua que piensa.
Ciertamente, es una historia bien
hilvanada que interesa, divierte y emociona, sin insipideces ni empalagos. Leibi,
de la mano de la inimaginable imaginación de los chiquitos grandes -que a veces
es aérea como avión de papel, o flor hecha con anaranjada harina de framboyán,
pero siempre inmensa como una gigante puerta de cristal- Leibi, decía, se
instala para gozar y hacer gozar en ese mundo lúdico y especial que a los niños
pertenece. Desde allí cuenta las infantiles
diabluras de Rocío, en el seno de su familia, donde salvo ella, curiosamente todas
las mujeres tienen nombre que arranca con E.
La escritora Lucía Amelia Cabral, autora de esta presentación. |
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