Como te digo una cosa, te digo la otra

Ayer, camino al Barrio Chino, hacía tiempo para llegar a una reunión y decidí entrar a este salón nuevo. La amabilidad de su dueña me conquistó y me decido a compartir mi experiencia porque nuestros diarios están llenos de calamidades, nuestra vida cotidiana llena de basura y hechos desagradables y me gustó ver a jóvenes emprendedores luchando por abrirse camino con la única arma disponible: capacidad de trabajo y un oficio completamente dominado.
Ella es Myrtha. Sus padres son de origen haitiano, nacieron ella y sus hermanos en La Romana donde permanece su papá. La madre inició el negocio de extensiones de pelo en la calle El Conde hace muchos años y ha sido una empresaria exitosa. El oficio ha pasado de hermana a hermana, de madre a hijos, de tíos a sobrinos. Creo que me dijo que son ocho hermanos y todos, hembras y varones, son peluqueros. Le pregunté si alguna vez había tenido problemas de racismo y me dijo que no; si alguna vez tuvieron dificultades para sacar sus papeles o estudiar. Me dijo que no.

Esta es la pequeña Susana, de sólo siete años. Es la menor de la productiva familia. Ella va a la escuela y en su tiempo libre acompaña a sus hermanos. Aprende el oficio de manera pragmática como lo han hecho los demás. Un día irá a la escuela de Belleza y estilismo, pero ya sabrá más que sus compañeros. Pienso en los artesanos de la antigüedad, transmitiendo sus secretos de generación en generación. Guardando celosamente sus conocimientos porque en ellos radica el tesoro de ganar con el trabajo y el saber hacer con el que se ganan la vida.

Por mi parte, quedé muy satisfecha con la forma de secarme el pelo que empleó esta joven mujer que ha continuado el ejemplo de trabajo de sus padres y su tía. Le deseo toda la prosperidad del mundo y exhorto a mis amigas (y amigos, que es para ellos también) a probar la calidad de sus servicios y lo económico de sus precios.




Posted by Picasa

Comentarios