El heredero de Abdel de Evaristo Laguna Tellez

XXXV Premio Felipe Trigo de Novela, 2016 


Sinopsis: “En el primer tercio del XVI, Marie Sybille Rishmart, llena de rarezas, dos veces desterrada, repudiada por los suyos y forastera en tierra extraña, fue capaz de construir en Belhaez la mayor utopía jamás lograda: clases sociales, razas, opiniones y todas las religiones en perfecta armonía. A finales del XX, se instala en Belhaez Abdel, un árabe enigmático con una misión que cumplir en la que complica a Rosalía, una mujer sencilla; a Guzmán, un escultor estancado en el desencanto; a Guijarro, un policía acomodado y a Jerónimo, un funcionario con cometidos nada agradables, pero muy necesarios. Belhaez, algún lugar de Andalucía, es el escenario donde se encuentran, como las caras de una medalla, dos momentos separados en el tiempo por cuatrocientos sesenta y cinco años, el ciclo de un cometa.”





Un rasero personal para medir la calidad de una novela es su capacidad de mantenerme interesada. EL HEREDERO DE ABDEL, escrita por Evaristo Laguna, echando mano de esa técnica de mostrar historias paralelas, en tiempos diferentes, ha logrado que me lea sus 226 páginas con verdadero afán por conocer los acontecimientos hilvanados de manera inteligente y consciente. Me ha cautivado todo lo concerniente a lo histórico y lo humano, lo policíaco, no tanto.

¿Cómo puede crearse una novela en base a la aparición de un cometa? En este sentido hay que ser muy preciso como autor para utilizar un cometa real, el Hyakutake, o C/1996 B2, descubierto en enero de 1996, por el japonés que le da su nombre; uniendo la narración con el paso original y concluir con la nueva aparición de este cuerpo celeste en un ciclo de 465 años, en dos momentos clave de la novela. Otros acontecimientos reales son noticias como el conflicto entre Israel y Palestina y la política de los Estados Unidos.

Hay varias mujeres en la novela, como una que vende la lotería y que es muy singular, pero las dos más importantes son Marie Sybille Rishmart, albina, delgada, altísima, anglosajona, virgen y sabia, que existe en el siglo del Descubrimiento y la expulsión de los moros de Granada, (con el Rey Fernando). Extrapolada de su país del norte y ejerciendo el poder con suma inteligencia, la albina es la Dama en el juego de ajedrez y el autor ha sabido convertirla en la pieza clave que da jaque cuando actúa. Otro personaje femenino interesante, es Rosalía (Lía), en su papel de esposa (casi maruja si no fuera pequeño burguesa), dueña del negocio de comida local que atiende junto a su esposo Mario. Precisamente ella oculta las artes de lo maravilloso por lo que empatiza enseguida con Abdel, el ombligo de la trama. Rosalía acapara los párrafos más deliciosos de la novela tanto por sus sinestesias como por las descripciones mágicas que logra el autor, al colocarla como una cocinera intuitiva capaz de asociar estados de ánimo con sabores y guisos, con lo que me recordó a “Como agua para chocolate” de la mexicana Laura Esquivel. Rosalía, de pensamiento y obra, es la maga que ejerce sobre la narración que se incorpora a mi vida de lectora de manera intensa y hermosa.

Decía Vargas Llosa que una buena novela precisa cierta ambigüedad y que su fin es dejarnos la idea de qué difícil es separar el bien del mal. El heredero de Abdel es una excelente muestra. Reitero que me maravilla ver cómo el autor ha utilizado datos reales para hilvanar una ficción magnífica que como dije al comienzo, mantiene el interés del lector todo el tiempo. Se usa el paralelismo para cruzar el pasado con el presente, la historia con la ficción, lo real con lo asombroso… Hay incluso una parte de novela policíaca, que aun no gustándome, he vivido con pasión, releyendo tramos para enterarme bien.

Otro punto en que hice mía la novela son las páginas 130 y 131. El prisionero Eladio Guzmán, maltratado, bajo presión y muerto de cansancio, sometido a interrogatorio hace uso de sus reflejos mentales para evadir caer en una trampa. Una pregunta, y el ágil pensamiento del preso asociando ideas y sacando conclusiones, es aprovechado por el autor para dejarnos una visión del mundo, unos conceptos, unas verdades de personajes que se convierten en verdades de vida porque son fruto de la reflexión y porque son verosímiles, ajustadas completamente a nuestras vidas. A veces la queja frente a una sociedad que nos ha defraudado a todos. Dolorosa, cruel... Chepa adquiere la categoría de catedrático “pequeño, enjuto y jorobado…” “…los hombres viven en un mundo donde lo que tiene poder son las palabras y no los actos, donde la competencia esencial es el dominio del lenguaje. El hombre olvida con extrema facilidad los hechos, pero tropieza continuamente con los mismos discursos”.

El heredero de Abdel es una poderosa novela, que no sólo por ser laureada permanecerá entre lo mejor de la actualidad, sino porque pone ante nosotros los elementos esenciales de la narración que trascienden por su concentración de hechos reales, (del pasado, del presente, de la ficción…), expuestos con tal vitalidad que sencillamente convierten al lector en parte de la historia como me ha pasado. Imposible no tomar partido.

Evaristo Laguna, para nada superficial, ya había quedado finalista en el Premio Planeta con otra obra, y ahora se corona con el XXXV Premio Felipe Trigo de Novela, 2016. Entra por la puerta grande como escritor con su primera novela. Espero que escriba muchas más porque creo que este es el tipo de literatura que requieren los tiempos.

Evaristo Laguna Téllez
Evaristo Laguna Téllez nació en Sevilla. Ha cursado estudios de Magisterio y Humanidades, Filosofía, Arte y Oficios, Música, Informática... Del barro a la virtualidad de las nubes modernas, de alfarero a webmaster, ha desarrollado actividades artísticas muy diversas, de diseño y técnicas. Actualmente trabaja en la Administración de Salud y confecciona y gestiona bases de datos multicéntricas destinadas a la investigación clínica. En el plano literario, ha escrito seis novelas, una serie amplia de cuentos, poemas y canciones por los que ha obtenido algunos reconocimientos, entre otros: Pedro Antonio de Alarcón, Villa de Colindres, finalista del LX Premio Planeta y, ahora, el XXXV Felipe Trigo de Novela.





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