Martha Rivera Garrido: Intento ser poeta en todo lo que escribo, incluyendo narrativa y ensayo


"ALGO QUE ES IMPORTANTE COMPRENDER, ES QUE AQUÍ TODO SE COMPRA Y TODO SE VENDE, INCLUYENDO ALGUNAS REPUTACIONES Y DONDE EL LAMBONISMO Y EL TUMBAPOLVISMO SON IMPORTANTES". MR


Néstor Medrano
Santo Domingo
Conversar con Martha Rivera Garrido siempre es refrescante, porque es de las poetas que muestran una rebeldía vital adherida a un pensamiento de mujer con formación ideológica, política, con un ejercicio literario consistente y constante, y cuya claridad meridiana y expresiva no deja lugar a la interpretación.

Al hablar lo hace de manera crítica, por supuesto, hay temas que la enardecen y la endurecen ante un sistema de cosas que ella cuestiona.

“Algo que es importante comprender, es que aquí todo se compra y todo se vende, incluyendo algunas reputaciones y donde el lambonismo y el tumbapolvismo son importantes”, precisa.

Martha Rivera Garrido dice que en el país hace falta que los escritores y escritoras lean. Explica que es un problema serio constatar que muchos y muchas que consideran serlo no lo hacen.

 “Hace falta la conciencia de oficio. Hace falta promover la lectura desde el hogar y desde el ingreso a la escuela (pero hay un montón de maestros y maestras que tampoco leen). Hacen falta becas. Hacen falta residencias de artistas. Hacen falta editoriales. Hacen falta críticos. Hace falta que las instituciones funcionen. Lo único que no falta es quienes escriban, porque aquí se escribe mucho ¿sabes? Escribir, como ves, no es ningún problema. Aquí hace falta todo y aun así escribimos a pulmón, a mano pelá, por amor al arte y pasión y vainas de esas”, significa.

En este diálogo toma temas de gran importancia sobre la necesidad de dar mayor participación a la mujer, confiesa sus preferencias políticas y por quién votaría en un proceso electoral. De igual forma le “entra con todo” al Congreso Nacional, y desnuda sus ideas.

La poeta, mujer, fajadora intelectual salpica de dureza sus palabras cuando responde a la pregunta ¿Cómo repensar una República Dominicana en la coyuntura actual y desde la perspectiva de la cultura?, responde:

“Este país está como dice una expresión colombiana “de culo pa´l estanque”. ¿No ves este panorama en el que la democracia es una vedette?

A continuación la entrevista:

Hay escritores signados por una genética peculiar, que hacen de su obra una singular muestra de maestría, que al pasar por la vida dejan una huella, diría que imborrable, en tu caso, ¿qué peso tiene ser bisnieta del gran poeta Gastón Fernando Deligne, no es una sombra muy fuerte, por lo que significaron sus convicciones, expresadas quizá en su poema Ololoi?

Para nada. Más que sombra, Gastón ha sido para mí luz, siempre. A sus expensas  me estimularon desde muy niña cuando empecé a garabatear poemas, de modo que lo llegué a ver como un aliado invisible pero muy presente. A eso se sumó, en la adolescencia, descubrir que yo había nacido en la misma fecha, muchos años después, de su suicidio. Esto nos alió aún más, al menos en el imaginario familiar, en el ámbito más privado.

En cuanto a sus convicciones, expresadas no sólo en Ololoi sino en muchos de sus textos y de sus correspondencias, creo que he hecho lo mío, en contextos históricos diferentes. Siempre he estado clara con mi necesidad de resistir, de opinar e incidir sobre la base precisamente de lo que creo y defiendo.

He olvidado tu nombre, la novela con la que obtuvo el Premio Internacional de Casa de Teatro en 1996, sigue siendo “una gozada lúdica, globalizada y cosmopolita” o fue un intento por desvertebrar inquietudes más allá de la poesía, que es donde fluyen sus aguas naturales?

Intento ser poeta en TODO lo que escribo, incluyendo narrativa y ensayo. Trabajo en varios géneros: ficción, poesía, traducción, artículos de opinión, etc. Pero la resonancia, la música, son para mí indispensables en el texto; persigo un lirismo en todo lo que escribo, hasta en pequeñas notas que pego en mi nevera para cuestiones cotidianas o en mensajes por WhasApp. Curiosamente, los libros terminados que tengo en revisión actualmente están escritos en prosa, pero sí, la poeta que soy está presente en todos ellos.

Quien conoce a Martha Rivera Garrido, sabe de sus posiciones enfáticas de mujer intelectual, de mujer poeta, de mujer con esquemas, ilusiones y resabios, lo que da pie a la pregunta, ¿ha logrado la mujer consolidarse en este país en el cual todavía se discute un 35% de posiciones en los partidos políticos?

Tengo plena conciencia de género y de la resistencia a la que esta conciencia me convoca. Me sé y me pienso mujer, y esto debe incidir de alguna manera en mi trabajo literario o intelectual, así como en mi cotidianidad. Ciertamente, estamos muy lejos de haber alcanzado nuestras metas a nivel público y privado, y no hay dudas de que somos constantemente avasalladas y boicoteadas, violentadas y sojuzgadas, retrancadas y menospreciadas; no tomadas en cuenta.

A mí me ha costado el doble, en todos los sentidos, lo que he logrado hacer en mi vida profesional y como ser humano (el doble de lo que les ha costado a muchos de mis colegas hombres). Ha sido inmenso el reto, y lo es constantemente. Desde escribir toda la noche alimentando un insomnio del que poco puedo hacer para esconderme, para ser mamá, esposa, empleada, proveedora, militante, etc. de día. Las mujeres tenemos que andar por la vida levantando una bandera; yo lo he hecho de manera muy consciente siempre. Me preguntas de la cuota, pues es obvia la respuesta. Todos los políticos cuando están en campaña se hacen aliados coyunturales de las reivindicaciones de la mujer, pero cuando están en el poder no cumplen ni siquiera con lo que está pactado y rubricado como conquista nuestra; la cuota femenina en posiciones públicas es solamente un ejemplo.

Y voy más allá. En este momento, en todo el panorama político nacional, del que me siento profundamente avergonzada por todas las razones que he expresado a través de mis artículos y de mis redes sociales, solamente una mujer me convence para movilizarme hacia una urna en el 2016,  y es Minou Tavárez Mirabal. Que yo me mueva a votar en las próximas elecciones depende de que Minou esté o no en una boleta, y esto no es una cuestión de feminismo per se.

Simplemente es el único discurso, la única praxis política que me convence y está personificada por una mujer precisamente. No creo que eso sea fortuito. Este país está en la necesidad más grande de amor y de compromiso que conozca nuestra historia reciente. Ergo, este país necesita la madre que encarna, la mujer que encarna Minou. Aquí hace rato que se necesita una mujer para organizar este desastre.

¿Tenemos los dominicanos la posibilidad de construir una presencia intelectual, en la que el escritor o la escritora dominicana sean referentes en el continente?

Antes de construir una presencia intelectual y de convertirnos en referentes necesitamos un país que funcione y que valore a sus artistas e intelectuales comprometidos con los rigores de sus oficios fundamentales. Aquí no existe institucionalidad. Simplemente no existe, y eso nos afecta a todos. Construir individualidades es fácil si hay rigor y talento, y si se tienen los medios y a veces hasta mucha o poca suerte. Pero aquí a nadie le importan los artistas, los escritores, los pensadores. Aquí no hay condiciones para vivir dignamente del arte, de la literatura, del pensamiento.

El libro dominicano se regala y no se nos paga por pensar o por crear;  no hay redes de distribución que funcionen en las ediciones realizadas con fondos gubernamentales, por ejemplo. Se gastan grandes sumas de dinero en imprimir libros, que luego van a parar a los despachos de diputados que no leen ni los proyectos de ley, imagínate, o de los nombres inscritos en una lista que consta solamente de funcionarios y dignatarios. 

Es casi imposible para un intelectual o escritor sobrevivir si no se apoya en el pluriempleo o en actividades que nada tienen que ver con lo que para nosotros (y me incluyo) es fundamental. Ocurre igual en todas las disciplinas y en todas las profesiones. Quienes pueden irse, simplemente se van… y es una pena. Conozco uno de los mejores epidemiólogos de nuestra región y trabajó una vez en el Ministerio de Salud Pública, pero no logró ni siquiera que se le escuchara en cuanto a las medidas necesarias para controlar la malaria. Pregúntame dónde está y te contestaré que se tuvo que ir lejos para ser tomado en cuenta. Este país lo primero que necesita es institucionalidad y no la tiene.

Tuvimos a una Salomé Ureña, también a una Aida Cartagena Portalatín e incluso, en la narrativa a una Hilma Contreras, mujeres de una formación humanística reconocida, ¿cree que las jóvenes poetas y las jóvenes narradoras tienen posibilidad de ocupar parte del espacio que legaron esas creadoras?

Lo hemos hecho todas, en mayor o menor medida. Todas las que nos hemos tomado esto en serio. Es un trabajo que se está constantemente haciendo. Para eso no hay que ocupar espacios ajenos.

Muchos consideran que es usted una de las poetas de mayor importancia en el país, ¿sirve para algo esa consideración, en un país con tantas taras sistémicas en el entorno cultural?

No tengo muy claro cómo contestar a eso. Lo primero que me viene a la cabeza es que no ha servido para nada, pero eso no es completamente cierto. Debo verlo en términos de consecuencias, no de si sirve o no.

Veamos. Se me llama a leer y participar en recitales, se me incluye en algún coloquio y en una que otra antología. El año pasado la Editora Nacional publicó mi obra poética de casi treinta años reunida; le han puesto mi nombre a calles de la Plaza de la Cultura en tiempos de Feria y un grupo de gestores  culturales del sector privado me hizo un homenaje estando viva ¡lo cual no es muy frecuente! Pero hay cosas que me indican que, aunque sepan quién soy, aunque conozcan mi nombre, aunque me estudien en los textos escolares del bachillerato, no significa esto que me lean en mi país, con excepción de en las redes, donde definitivamente tengo una importante presencia.

Te paso un par de estadísticas interesantes. Mi página de Autora superó los 14,000 lectores hace unos días (sin boost, es decir sin pagar anuncios ni promocionarla) y te pensarás que son sobre todo dominicanos los que integran esta cifra. Pero no. En cuanto a las nacionalidades de esas personas, la República Dominicana ocupa el tercer lugar en interés por mi obra, luego de México y de Argentina; la diferencia que separa a RD de los puestos cuarto y quinto (España y los EUA) es muy pequeña. Pero eso no es todo. El 98% de los dominicanos que me leen están concentrados en la ciudad de Santo Domingo. Algo debe decir todo esto.

Este es mi oficio fundamental. No tengo ningún otro y a éste me dedico a tiempo completo, es decir que hasta cierto punto soy afortunada. He sido traducida a más de diez lenguas, antologada en decenas de textos importantes, publicada en inglés fuera de mi país, tomada en cuenta por numerosas academias en muchísimos países, y esto no tiene un impacto importante en la manera en que se desarrolla mi trabajo específicamente en mi país, que es donde vivo.  No tengo ni idea de a quién puede importarle realmente todo esto.

Son extranjeros quienes me han hecho viral en internet y quienes han llevado mi literatura al cine o han musicalizado mis textos (con la honrosísima excepción de la inmensa Patricia Pereyra, que lleva treinta años cantando mis poemas).  No te olvides que este es un país donde se pone en duda hasta la transparencia de los premios literarios.  Algo que es importante comprender es que aquí todo se compra y todo se vende, incluyendo algunas reputaciones, y donde el “lambonismo” y el “tumbapolvismo” son importantes. Un país donde el tráfico de influencias, el amiguismo, el nepotismo y la corrupción constituyen un verdadero flagelo. Yo no cabildeo nada, no hago favores escriturales a nadie y me precio de decir que me mantengo en mi puesto. Entonces, valoro todo aquello que ha llegado como consecuencia de tres décadas de trabajo apasionado y delirante. Para algo habrá servido y si no, no es eso lo que me puede quitar el sueño.

Si se le acercara alguien, un niño de diez años, un adolescente de catorce, un joven de veinte o un adulto joven de 40, ¿qué libro de Martha Rivera Garrido le recomendaría?

¡A mí misma jamás! Les recomendaría que leyeran a Rubén Darío, Michael Ende, J. K Rowling, J. R.R. Tolkien, Isaac Asimov, Louise May Alcott,  Antoine  de Saint-Exupéry, Julio Verne, paquitos (muñequitos) de Susy o de Fantomas, mangas japonesas,  etcétera, a los de 10 años.  Para las otras edades que preguntas, Lezama Lima, Louise Gluck, Franklin Mieses Burgos, René Rodríguez Soriano, Plinio Chaín, Josefina Báez, Jack Kerouac, Anne Sexton, Orietta Lozano, Ezra Pound, Lovecraft, Cortázar, Walt Whitman, Edgard Alan Poe, Homero Pumarol, etcétera, etcétera, etcétera.  O sea que recomendaría leer a un montón de gente. No a mí, desde luego.

Pero si fuera grande la insistencia, les diría que mi primera novela y mi poesía reunida en un solo texto, (y dentro de esta última Enma, la noche, el mar y su maithuna, que es un libro que disfruté al escribirlo), serían los libros míos a tener en sus bibliotecas. Todavía no he publicado textos para niños, aunque los he escrito y tengo interés de hacerlo algún día, o sea que no me recomiendo mucho para niños y niñas de 10 años. Y aun ante la insistencia, siendo realista, lamentablemente “He olvidado tu nombre” está agotada hace años, y si vas a buscar “Alfabeto de Agua” solamente lo encontrarás en la Librería de Cultura. O sea que mejor no les recomiendo nada, no vaya a ser cosa que tenga que hacerle yo misma una fotocopia para que puedan leerme.

Por lo demás, también les sugeriría que me siguieran en mis redes sociales, porque ahí estoy todo el tiempo publicando, resistiendo, opinando, revisitándome y dando carpeta.

¿Sigue siendo República Dominicana un país de poetas y cuentistas, o la novela rompió esos esquemas?

Creo que en lo que va de siglo aquí se ha escrito un buen número de novelas. Viéndolo en escala, tal vez más en una década y media del Siglo XXI y en la última del XX, que en toda nuestra historia literaria.  Tenemos escritores y escritoras que son esencialmente novelistas, y también poetas y cuentistas que se han arriesgado más allá de los géneros en los que mejor los conocemos. Pienso que las estadísticas deben haber cambiado considerablemente.

¿Hace falta una crítica literaria seria y objetiva o estamos bien a la libre, sin que nadie enfile los cañones hacia la literatura dominicana?

Hace falta una crítica, punto.  Incluso sin adjetivar (buena, mala, seria, objetiva, etc.). La literatura (sin adjetivar tampoco) necesita de la crítica. Esto no quiere decir que no tengamos críticos, ojo. Porque los tenemos y algunos son muy buenos, a mi modo de ver. Pero no es una tradición nuestra y no se importantiza. Es muy poca la que se desarrolla aquí, en el país, y los estudios de textos literarios se hacen principalmente para presentar libros a requerimiento de los autores mismos en puestas en circulación, etc.

Pero para eso se necesita un país que todavía no tenemos, como te comentaba anteriormente. Ya es difícil dedicarse a la literatura, y quienes escribimos de manera constante lo hacemos porque para respirar lo necesitamos. Imagínate lo difícil que sería dedicarse exclusivamente a la crítica…

¿Qué cree que falta en República Dominicana para que el escritor y la escritora real, quien trabaja en un ejercicio sincero, cuente con las herramientas que faciliten su ejercicio, tomando en cuenta un mercado editorial prácticamente complejo cuando no inexistente?

Los escritores y escritoras son todos irreales, respondería a la primera parte de tu pregunta…

Pero desde lo real que me demandas, te diría que nos falta país, como tengo rato diciéndote. Hace falta que los escritores y escritoras lean; es un problema serio constatar que muchos y muchas que consideran serlo no lo hacen. Hace falta la conciencia de oficio. Hace falta promover la lectura desde el hogar y desde el ingreso a la escuela (pero hay un montón de maestros y maestras que tampoco leen). Hacen falta becas. Hacen falta residencias de artistas. Hacen falta editoriales. Hacen falta críticos. Hace falta que las instituciones funcionen. Lo único que no falta es quienes escriban, porque aquí se escribe mucho ¿sabes? Escribir, como ves, no es ningún problema. Aquí hace falta todo y aun así escribimos a pulmón, a mano pelá, por amor al arte y pasión y vainas de esas.

¿Qué opina del desdén que se muestra desde muchos ámbitos hacia los autores dominicanos y las preferencias de autores del exterior sobre nuestros escritores, es cierto que esto se debe a que tienen una mayor calidad o que se trata de una realidad impuesta por las propias deficiencias sistémicas del país?

Hay todo un universo subjetivo a ser tomado en cuenta en esa pregunta. A quiénes te refieres? Quiénes prefieren una u otra cosa?  A mí esos nacionalismos no me inquietan. Me gusta quien me gusta, sea de aquí, de allá, escriba en inglés o en español. Me da tres pitos.

Pero para hablarte desde el patio te diré que lo primero es que aquí hasta tus colegas relacionados, tus amigos y amigas, muchas veces no te leen. El otro día me encontré con un escritor muy engolado que casi hace una apología sobre mi último libro de poemas publicado… sólo que sin haberlo leído. No te diré cómo le agarré la pifia por temor a la vergüenza ajena que sentiría yo si él se reconociera aquí, si supiera que no me engañó en lo más mínimo. Lo dejé que se fuera creyéndome creída. Pero eso es común en nuestra pequeña aldea literaria.

¿Cómo vamos a valorar a nuestros autores nacionales, dejando de lado el complejo de Guacanagarix, si ni siquiera los leemos?

Mira, lo cierto es que no considero arriesgado decir que aquí, ni entre nosotros mismos nos leemos; aunque tengo todas las ganas de no incluirme en eso por falsa modestia, porque por lo menos yo leo a todo el que me cae en las manos, aunque sea hasta la página número 10 (si no me ha atrapado para entonces, puede ser que ahí mismo lo deje) dependiendo del interés personal que tenga en la persona o en el texto. Pero lo hago o lo intento. Y cuando leo a un autor, a una autora de mi país concienzudamente, me empleo a fondo y con mucho rigor.

En lo que a mí respecta, no siento ningún remordimiento al leer con más arrebato a autores extranjeros, cuando los estoy leyendo. Cada lectura es distinta a la otra, aún del mismo escritor. ¿Te imaginas la cantidad de autores que me vienen ahora mismo a la cabeza? Y sí, hay muchos países con muchísima mayor tradición literaria que el nuestro. ¡No faltaba más!

¿Podemos competir desde nuestra realidad actual en un mundo editorial cada vez más competitivo y signado por poderosas casas editoriales, que en nuestros mundos literarios locales se rigen por el grupismo y la exclusión?

No, no podemos competir en ninguna parte. Nos falta país para eso. Y ese problema ¿endémico? que mencionas al final existe y ha existido siempre. ¿Qué ganaría nadie con negarlo? Aunque créeme que hay obstáculos mucho mayores que esos, como es la falta de lectura por ejemplo, y un pésimo dominio del instrumento con el que se trabaja, que es la lengua. Hace poco fui jurado de un concurso de guiones de cine y me espantó absolutamente el nivel de lengua en algunos trabajos maravillosos. Lo cierto es que, sólo por eso, no pasan, no califican para los jurados internacionales. Se compite, sí, de manera individual. Pero en términos generales estamos muy lejos de poder hacerlo.

¿Qué escritor o escritora dominicana la representa y por qué?

Ninguno, ninguna. A mí me represento yo misma. Exclusivamente. En cuanto a disfrutar la lectura de mis coetáneos o compatriotas, pues lo hago con muchas y muchos, vivos o muertos.

¿Es usted nacionalista o las fronteras, en este mundo globalizado, no existen?

Soy de las que anhela que algún día nadie necesite pasaporte. Soy de esas.

¿Cómo repensar una República Dominicana en la coyuntura actual y desde la perspectiva de la cultura?

Este país está como dice una expresión colombiana “de culo pa´l estanque”. ¿No ves este panorama en el que la democracia es una vedette? ¿En el que se reforma una Carta Magna para promover la reelección de un presidente que no ha hecho nada del otro mundo, nada que justifique reelegirlo a punta de carabina? Un país en el que la corrupción es asquerosa a todos los niveles y la impunidad rampante. ¿Cómo se salva un país cuya cámara de diputados (déjame eso en minúsculas por favor) la preside un muñequito autoritario y prepotente que no permite que el pueblo, sí, el dizque dueño de ese colmado y quien ahí lo ha puesto para que lo represente, ponga un pie en el congreso (déjamelo en minúscula también) si anda en chancletas? Tú sabías que a las viejitas infelices que van con los pies sin cubrir las devuelven de la puerta mientras se apaña el analfabetismo de muchos diputados y hasta que le metan el puño a sus mujeres?  De cuál cultura estamos hablando? Repensar este país es un trabajo muy duro y hay que hacerlo desde muchas aristas. Comenzando con erradicar esa cultura política del oportunismo, el latrocinio, el bandidaje, la charlatanería, el lambonismo, el tigueraje, la disco light, la demagogia, etcétera. Todo es cultural, no te olvides de eso.

¿Qué opina de la situación actual de los escritores dominicanos? ¿Quién es escritor, el que escribe o el que publica?

Hay escritores que publican y los hay que no pueden hacerlo (que son la mayoría). De todos modos, escribir es un trabajo (sí, un trabajo) que implica rigores a los que no mucha gente hace caso o se somete (y de ahí sale muchísima literatura intrascendente). Pero si bien es cierto lo anterior, no es menos cierto que si las escritoras, los escritores dominicanos dependieran de publicar, no existiría literatura en la República Dominicana. Escribir es un oficio solitario, privado, personal. Publicar es otra cosa y es un asunto de elección. Hay quienes ni siquiera tienen interés de hacerlo o que, como Idea Vilariño, se arrepintieron alguna vez de haberlo hecho.

Si de publicar se trata, no me olvido de que mi generación publicó muchos primeros textos en mimeógrafo y papel de funda, como fueron las ediciones Armario Urbano dirigida por Miguel de Mena, o en ediciones de bajísimo costo como fue Egro, cuya cabeza era José Mármol. También recuerdo que en los noventas, un país como Cuba de gran tradición literaria, atravesando su famoso “período especial”, institucionalizó lo que llamaron “plaket” (no estoy muy segura de que así se escriba pero así le llamaban ellos) que consistía en hojas sueltas dentro de cartulinas impresas.

Ahora se cuenta con internet, donde se publica, para mi gusto, en exceso.

¿Existe una poesía y en términos generales una literatura dominicana? ¿Qué nos falta?

La literatura dominicana es toda la literatura que han hecho los dominicanos y las dominicanas a lo largo de toda su historia. Es simplemente eso.  Y está ahí para todo aquél, toda aquella, que quiera leerla.

¿Qué opina de los autores jóvenes dominicanos?

He leído varios que son muy buenos. El problema que les veo a algunos, sin entrar en mucha disquisición, es la poca lectura y el pésimo manejo de la lengua que ostentan. La mala ortografía, por ejemplo. Y el poquísimo interés que tienen en enmendar esto. Es un problema que está agravando el constante texteo por los adminículos tecnológicos. Esto está cambiando vertiginosamente… y no  para mejor necesariamente.

¿Qué le parecen las intervenciones de los intelectuales dominicanos en las redes, se abusa de Facebook, los temas que tratan son frívolos, inducen al debate o deberían alejarse un poco?

Utilizar bien las redes sociales debe ser una meta de quienes hacemos vida en ellas. A mí en lo personal me parece estúpido y aburrido usarlas solamente para poner foticos familiares, citas con paisajes de Paulo Coelho y demás hierbas aromáticas, o cadenas de oraciones,  felicitaciones y todas esas intrascendencias. Pero eso es lo que tiene que ver con mis preferencias. Hay de todo, como en botica, y algunos han hecho muchas contribuciones a través de ellas. Bien usadas, las redes sociales son una maravilla. Doy fe de eso. A menudo siento que estoy tocando algunos corazones, algunas sensibilidades a través de mis páginas, a los que de otro modo y en otro tiempo no llegaría. Las uso para resistir y para crear, y de alguna manera se han convertido en una suerte de diario de mi existencia.

Finalmente, ¿Quién es  Martha Rivera Garrido?, que los niños, los adolescentes y los jóvenes puedan entender las razones de su pensamiento y de sus actitudes intelectuales de escritora comprometida con la causa de su país, que mira su entorno y reflexiona como narradora y poeta.

Creo que en todas las preguntas anteriores he dejado un poco de esa respuesta. Soy una mujer que escribe y que milita su resistencia.  Soy una mujer que ama y que es libre en tanto está constantemente buscando y demandando serlo.  Soy una iconoclasta, una jodona, una cabeza caliente, una abuela, una amante, una delirante, una greñúa, una mamá, una lectora, una boca, una buena cocinera. Creo que ahí te resumí las pocas cosas interesantes que soy. Lo demás es un poco de lo mismo. De lo mismo que somos todos en este maltrecho planeta.

Biografía activa:

Nació en Santo Domingo,  República Dominicana, el 19 de enero del 1960. Es poeta, narradora, ensayista, investigadora y articulista de opinión, destacada en la promoción literaria denominada “Generación de los 80s”.

Es también traductora de autores de la lengua inglesa, habiéndose concentrado muy especialmente en los norteamericanos  Anne Sexton, Silvia Plath y William Carlos William.

Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y ha vivido, además de en su país, en las ciudades de Nueva York y Miami, E.U.A. y en San Juan de Puerto Rico.

Fue coeditora de la publicación feminista Quehaceres, del Centro de Investigación para la Acción Femenina, CIPAF, y miembra del Consejo Editorial de la revista Umbral, publicada por lo que fuera el Consejo Presidencial de Cultura.

Ha colaborado en numerosas publicaciones nacionales e internacionales y durante varios años mantuvo su columna de opinión en el Listín Diario, “Enemigo Rumor”.

Rivera-Garrido ha tenido una larga carrera como conferencista y como profesora invitada, llevando su literatura y la de sus coetáneos a diversas instituciones y academias alrededor del mundo, tales como las universidades de Harvard, Brown, Rhode Island,  City University of New York (York y Hunter College), Northeastern University en Boston y otras de E.U.A; Universidad de Chile, Universidad Nacional de Costa Rica, Universidad de los Andes en Venezuela, Unión de Escritores Chilenos, Casa de América en España, Rockefeller Center for the Arts en Cambridge, entre otros escenarios.

Asimismo, ha participado en numerosos congresos literarios nacionales e internacionales, y formado parte de delegaciones dominicanas con participación en ferias y encuentros alrededor del mundo.

Parte de su obra ha sido traducida al inglés, italiano, portugués, francés y alemán.

En el 1996 ganó el Premio Internacional de Novela Casa de Teatro, con su opera prima “He olvidado tu nombre”, la cual luego sería traducida al inglés  por la profesora de la Universidad de Harvard, Mary Berg, y publicada en esta lengua por la editorial White Pine Press, con el título de “I´ve Forgotten your Name”, en el año 2004.

En el 1998 escribió, dirigió y narró el documental “Artistas en Abril”, que recoge la participación de los artistas en la Revolución de Abril de 1965, producido por el Consejo Presidencial de Cultura.

Es autora de las siguientes publicaciones:

-20th Century, aún sin título en español y otros poemas. Ediciones Armario Urbano, Santo Domingo, 1985.

-Transparencias de mi espejo (poemas). Editora Búho, Santo Domingo, 1985.

-Geometría del Vértigo (poemas). Editora El Nuevo Diario. Santo Domingo, 1995.

-He olvidado tu nombre (novela). Ediciones Premio Casa de Teatro, Santo Domingo, 1997.

-I´ve Forgotten your name (novela). White Pine Press, Boston, E.U.A., 2004.

-Mi Rumor. Disco que recoge sus poemas en audio. Serie Poetas en Sus Propias Voces, sello Patín Bigote, Santo Domingo, 2002.

– Enma, la noche, el mar y su maithuna… (proemas). Editora El Nuevo Diario, Santo Domingo, 2013.




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