Harold Priego por Pedro Conde Sturla

Era Harold un ser fuera serie con un sentido del humor fuera de serie, con un sentido de humor a toda prueba. No nos veíamos mucho pero teníamos una gran amistad.

A Harold Priego, que se firmaba de relajo Harold Priego García-Godoy II, lo conocí en los predios de Publicitaria InterAmérica, donde trabajamos varios años en compañía de personajes memorables como el difunto cubano Orestes Martínez y un conocido publicista catalán de apellido sicalíptico.

Sergio Forcadel o Fornicall como le llamábamos. Recuerdo que cantaba óperas en italiano, siempre a voz en cuello y desentonando, soltando gallos y maltratando sin piedad la lengua de Dante. Cuando no estaba cantando declamaba, que era peor, hacía chistes, se burlaba, se carcajeaba.

En realidad no se callaba nunca, salvo cuando dormía la siesta. Harold inventó una manera peculiar de dormir la siesta, valiéndose de un objeto destinado a otro uso. Dormía en su sillón de trabajo, plácidamente, por cierto, descansando la cabeza sobre un  rollo de papel higiénico apoyado en el hombro.

Aparte de eso, ya se destacaba como un excelente dibujante publicitario y empezaba a perfilarse como caricaturista. Algunas reuniones con empresarios de las cuentas que manejábamos terminaban a veces en risotadas cuando Harold dejaba como quien dice al descuido las caricaturas de encopetados personajes.

De un conocido oligarca hizo una en la que aparecía como un vampiro y no tuvo problemas porque el oligarca se reconoció en la caricatura y se la llevó a su casa para ponerla en un marco con sus mechones blancos de origen italiano. Recuerdo que también caricaturizaba a sus compañeros de trabajo.

De Añez Bergés y un elefante que le hacía travesuras en el trasero con la trompa produjo una serie memorable de caricaturas que se perdieron para siempre. A Papacho Leiba Bonetti y a Orestes Martínez –el presidente de Publicitaria InterAmérica- los presentó más de una vez en el papel de Batman y Robín.

El cubano Orestes Martínez era la encarnación de la honradez y el buen humor y siempre apreció el talento de Harold. Me consta que atesoró esos trabajos y quizás en algún lugar la familia  los conserve.

A Harold Priego, por cierto, le debo una caricatura de cuerpo entero en la que salgo mejor que en todas la fotos que me he tomado. Mercader, en cambio, no tuvo piedad y me retrató como el Pedro Quijote avejentado y arrugado. Pero no me quejo. Peor se muestra a sí mismo con expresión demoníaca 666 y peor representa al cardenal con la cola de diablo que se merece.

Era Harold un ser fuera serie con un sentido del humor fuera de serie, con un sentido de humor a toda prueba. No nos veíamos mucho pero teníamos una gran amistad. Hoy me cae la noticia de su muerte como una catástrofe, como de la ira de Dios diría Vallejo, y sólo pienso en  Miguel Hernández  para recordar al dilecto amigo como se merece en su gran elegía.



Elegía a Ramón Sijé



(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha

muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien

tanto quería.)


Yo quiero ser llorando el hortelano

de la tierra que ocupas y estercolas,

compañero del alma, tan temprano.


.Alimentando lluvias, caracoles

Y órganos mi dolor sin instrumento,

a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.


Tanto dolor se agrupa en mi costado,

que por doler me duele hasta el aliento.


Un manotazo duro, un golpe helado,

un hachazo invisible y homicida,

un empujón brutal te ha derribado.


No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos

y siento más tu muerte que mi vida.


Ando sobre rastrojos de difuntos,

y sin calor de nadie y sin consuelo

voy de mi corazón a mis asuntos.


Temprano levantó la muerte el vuelo,

temprano madrugó la madrugada,

temprano estás rodando por el suelo..


No perdono a la muerte enamorada,

no perdono a la vida desatenta,

no perdono a la tierra ni a la nada.


En mis manos levanto una tormenta

de piedras, rayos y hachas estridentes

sedienta de catástrofe y hambrienta.


Quiero escarbar la tierra con los dientes,

quiero apartar la tierra parte

a parte a dentelladas secas y calientes.


Quiero minar la tierra hasta encontrarte

y besarte la noble calavera

y desamordazarte y regresarte

Volverás a mi huerto y a mi higuera:

por los altos andamios de mis flores

pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.


Volverás al arrullo de las rejas

de los enamorados labradores.


Alegrarás la sombra de mis cejas,

y tu sangre se irá a cada lado

disputando tu novia y las abejas.


Tu corazón, ya terciopelo ajado,

llama a un campo de almendras espumosas

mi avariciosa voz de enamorado.


A las aladas almas de las rosas...

de almendro de nata te requiero,:

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.


(Miguel Hernández.)

(10 de enero de 1936)


Pedro Conde Sturla/Especial para Acento.com.do
27 de enero del 2013
http://www.acento.com.do/index.php/news/42690/56/Harold-priego.html

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