En paz con los espíritus


Comenté con un ermitaño del Tibet Oriental algunos casos de sugestión colectiva que había presenciado.
Aquel lama no me parecía nada supersticioso, por eso le dije:
-Un demonio nunca podrá dañar a una persona que no cree en él.
Sin embargo, con gran sorpresa mía, el anacoreta respondió:
-Según eso basta con no creer en los tigres para no ser devorado por ellos. La manifestación física de nuestras proyecciones mentales es un misterio. En comparación, imagine un río y, un poco alejada de la orilla, una zona de tierra seca donde usted vive. Los peces no se aproximan nunca a su habitación.
Pero abra un canal entre la orilla y el sitio que habitan, y en el extremo del canal coloque un estanque.
Entonces, con el agua que fluye y llena éste último, los peces acudirán desde el río y usted los podrá ver nadar ante sus ojos...
Hay que guardarse de abrir canales a la ligera.
Pocas personas sospechan lo que contiene el gran fondo del mundo, que taladran sin consideración.
Es preciso saber defenderse de los tigres que creamos,
y también de los que otros engendran.

Alexandra David-Néet, la primera mujer occidental que visitó Lhasa, hazaña que hizo viajando de noche, a pie y en lo más crudo del invierno para no ser descubierta, dejó una crónica de su periplo en las obras Viaje a Lhasa y Magos y místicos del Tibet de la que procede este fragmento (editadas por Índigo y publicada en la revista Integral).

Comentarios