Me suprimo. Me muero. Desaparezco. Elefante de plata. Libre, créeme. Hay un espejimo, pero no es el mío. Los objetos vuelan por las habitaciones. Alucino sin ayuda. Tal vez sorbí morfina ...o mercurio. He pasado media vida sin saber que las pilas no se tiran, ni las bombillas fluorescentes van al depósito de cadáveres... ¿Inmuniza la ignorancia? El Dr. House me mira desde el azul infinito de mi azotea. Tal vez me corte los pelos de las cejas con el alicate que usas para cortarte las uñas de los pies y me infecte de fagocitocis, ¿o era pie de atleta) ...Mis pies se queman con las llamas del infierno de la Virgen del Carmen y el escapulario de la abuela Mercedes descansa sobre la bandeja de latón de cerveza Presidente, entonces amarilla y negra, como anuncio de tránsito. Todos tenemos momentos cancerígenos. Puedo estirpar el mal. Atajarlo, quizá. Un plátano parece un policía acostado en medio de la calle. Cruzo de brazos cruzados. Me caigo. Me duele. Me culpabilizo. Me río. Es ridículo el llanto. Es ridículo pensar en el fracaso cuando la vida está repleta de fracasos minúsculos, torturantes, cotidianos... Soy mujer. Ya no me pidas más.

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